
2015: Es hora de la acción mundial. Por las personas y por el Planeta. Con este lema, Naciones Unidas dio inicio a su campaña este año para preparar la Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible que se celebra en Nueva York entre el 25 y el 27 de septiembre.
15 años después de la Cumbre del Milenio, de la Declaración de los 8 ODM (Objetivos de Desarrollo del Milenio) y con más sombras que luces en los logros alcanzados, la comunidad internacional se fija una nueva agenda con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En el prólogo del último informe de Naciones Unidas sobre el alcance de los ODM, Ban Ki-Moon, secretario general de ONU, afirma que “a pesar de los notables logros, soy profundamente consciente de que las desigualdades persisten y que el progreso ha sido desigual”. No se puede negar que ha habido avances en la lucha contra la pobreza: hoy hay 700 millones menos de personas viviendo en pobreza extrema que en 1990, se ha reducido la cifra de mortalidad infantil, se ha avanzado en educación primaria, se ha reducido la mortalidad mundial de enfermedades como el paludismo en un 58%, la población con acceso a fuentes mejoradas de agua potable supera el 89%… pero no se ha alcanzado lo propuesto en aquella agenda del año 2000.
La comunidad internacional marca ahora una “nueva” estrategia para los próximos años que ha de lograr de aquí a 2030 un mundo más igual y sostenible donde la erradicación de la pobreza sea una realidad. Y para eso se dota de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que, a su vez, contienen 169 metas más concretas.
ODS vs. ODM. ¿Cuál es el cambio?
En estos 15 años han cambiado las prioridades, las necesidades y la realidad de nuestro planeta pero, ¿cómo se ve este cambio en la agenda Post 2015? Según Marta Pedrajas, de la Secretaría General de Cooperación del Ministerio de Exteriores y Cooperación (MAEC), participante en la delegación española presente en las negociaciones de la agenda Post 2015, “Los ODS son un avance respecto a los ODM por dos características fundamentales: es una agenda universal y es una agenda transformadora. Estamos ante un cambio de paradigma, el foco es la erradicación de la pobreza (no la disminución, como era en los ODM) pero no vale hacerlo de cualquier manera. El modo es el desarrollo de todos los países, los más industrializados y los menos adelantados, los de renta media, todos… ha de ser un modelo de desarrollo sostenible. Y sostenible en sus tres dimensiones: social, económica y ambiental. Es transformadora también porque va a las causas de los problemas. No se trata de paliar los efectos (como podría ser la agenda de los ODM). Ahora se va a las causas de la pobreza y de la insostenibilidad del modelo de desarrollo”.

Para Maite Serrano, directora de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo-España, “estamos ante una agenda nueva para un mundo nuevo, donde el binomio donante-receptor, sobre el que se construyeron los ODM, está obsoleto y las políticas de desarrollo están cambiando hacia una cooperación más horizontal, como la cooperación Sur-Sur. La agenda de los ODS intenta responder a los nuevos desafíos desde un enfoque universal que promueve el bienestar para todos y todas. El compromiso con los derechos humanos, por tanto, implica cambio no solo en terceros países. Pongamos un ejemplo, si se defiende la “cobertura sanitaria universal”, esta ha de ser garantizada tanto fuera como dentro de nuestras fronteras. Esta agenda, por tanto, marca el fin del esquema Norte/Sur.”
“La agenda de los ODM nació muy limitada por ser una propuesta de algunos gobiernos de los países ricos” apunta Pablo Martínez Osés, coordinador de la Plataforma 2015 y más. Con respecto a la actual propuesta “será más amplia y, probablemente, universal: es decir, incorpora también objetivos para los ricos (países, personas y empresas). Si no es así, de poco servirá lo demás”.
Que sea una agenda universal, que atañe a todos los países y no sólo a los países empobrecidos, es un cambio sustancial con respecto a la anterior agenda, donde sólo uno de los ocho ODM hacía referencia a las relaciones entre los países más ricos y el resto, al comercio, a la deuda, etc.
A diferencia de los ODM, en esta nueva agenda sí se presta atención a la desigualdad, no sólo entre países sino también internamente en cada uno de ellos. Parece que las indicaciones del premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, han tenido su reflejo en el documento: “El desarrollo sostenible no se puede alcanzar mientras se ignoren las disparidades extremas. Es imperativo que la agenda post-2015 tenga un enfoque en la desigualdad como unos de sus puntos centrales”.
Otra de las diferencias es la importancia que la sostenibilidad, que da nombre a los propios objetivos cobra en esta agenda. Directamente cinco objetivos están relacionados con la sostenibilidad ambiental, el cambio climático, la energía y la biodiversidad. Según Santiago González, del Área de Acción Sindical Internacional de USO, uno de los mayores logros conseguido es “la conexión que integra desarrollo y lucha contra el cambio climático y el planteamiento universal contra la pobreza”.
“Muchos objetivos van enfocados a la sostenibilidad del modelo de desarrollo y eso es un logro. Por ejemplo, el de producción y consumo sostenible (con gran oposición al principio de las negociaciones, finalmente, está ahí). En general, los cinco objetivos más específicamente ambientales son también un avance que viene de Río y que integra bien la dimensión de sostenibilidad medioambiental: cambio climático, ecosistemas marinos y terrestres, la biodiversidad, la degradación de la tierra y la protección de los océanos”, añade Marta Pedrajas –MAEC.
Cómo se llega a una nueva agenda de desarrollo
Para alcanzar un documento de consenso que todos los países firmen en la Cumbre que se celebra en Nueva York del 25 al 27 de septiembre, el proceso de consulta para generar la Agenda Post 2015 se puso en marcha hace varios años. Desde la Coordinadora de ONGD aprecian el esfuerzo: “La discusión de la agenda post 2015 se ha iniciado con una fuerte vocación de participación de todos los sectores con especial movilización de la ciudadanía de muchos contextos. Con este propósito se lanzaron once consultas temáticas; una encuesta global (con la participación de un millón de personas); 88 consultas nacionales, diferentes informes de personas eminentes, expertos/as e instituciones; 22 estructuras de sistema y una discusión virtual y global, que es el resumen de un proceso de participación sin precedentes, con el objetivo de contar con un mayor número de opiniones y propuestas. El proceso, sin duda, presenta limitaciones, pero supone un avance considerable respecto a la elaboración de los ODM”.
Sin embargo desde la Plataforma 2015 y más la valoración es diferente. “No se trata en absoluto de un proceso participativo, porque los diferentes actores tienen accesos diferentes a los núcleos de decisión en función de su poder real. Hay una especie de trampa cuando equiparan a actores como las organizaciones sociales del Sur y a las empresas transnacionales, llamándoles a todos stakeholders; no hay garantías de participación e influencia real iguales. No hay un proceso, sino múltiples procesos abiertos sin itinerarios claros en lo que a la toma de decisión se refiere”.
Uno de los mecanismos de participación de Naciones Unidas ha sido la campaña My World a modo de encuesta global donde se invita a la ciudadanía de todos los países a participar y señalar sus preocupaciones para ser tenidas en cuenta en la definición de los objetivos. “La campaña My world tiene sentido para divulgar la existencia de las discusiones, pero no es un mecanismo real de participación”, sostiene Santiago González -USO. Mientras, desde la Secretaría General de cooperación del MAEC valoran el proceso como “muy amplio, muy participativo y muy rico en sus contenidos. Probablemente podría haber estado mejor estructurado, pero ha sido muy participativo. Se han hecho más de cien consultas en países en desarrollo. Y, sobre todo, se estableció un grupo de trabajo intergubernamental que ha tenido dos años de trabajo, el grupo abierto para la definición de los ODS del que España formó parte desde el principio”.

Lo que no está en la nueva agenda
Una de las reivindicaciones de la sociedad civil durante la Cumbre sobre Financiación para el Desarrollo que se celebró en julio en Etiopía es la necesidad de dotar a Naciones Unidas de un organismo intergubernamental sobre temas fiscales, que ponga freno a la evasión fiscal y que unifique las reglas del juego para todos los países y las multinacionales, evitando así que no se paguen los impuestos que corresponden. Helen Dennis, de la ONG InspirAction, recuerda que “sorprende no ver ninguna mención a la reforma fiscal en la nueva agenda post 2015. La mejor fuente de financiación para luchar contra la pobreza e invertir en desarrollo es una fiscalidad adecuada y progresiva y un sistema mundial que luche contra la evasión fiscal, teniendo sobre la mesa de negociación también a los países más pobres”.
El seguimiento y la rendición de cuentas es una de las preocupaciones que no se ven claramente reflejadas en la agenda. Según Maite Serrano –CONGDE- “la transparencia y la responsabilidad de gobiernos y actores implicados en el desarrollo debe asegurarse mediante mecanismos fiscalizadores efectivos e independientes que midan resultados reales, exijan rendición de cuentas y evalúen los progresos que se realicen (o no)”. Santiago González –USO- recuerda que “hace falta un instrumento institucionalizado de seguimiento, control y propuestas alternativas similar al Panel existente contra el cambio climático, el IPCC”, esto hace referencia a la propuesta de la Alianza Española contra la Pobreza de crear un Panel de Expertos sobre Pobreza y Desigualdad auspiciado por Naciones Unidas para que se analice de forma sistematizada si se van cumpliendo o no las metas previstas y qué pasos hay que ir dando para lograrlo.
Desde la mesa de negociadores, Marta Pedrajas –MAEC- ve que lo que ha quedado fuera son “sin duda los Derechos Humanos, falta un objetivo que reafirme su valor universal y el compromiso de todos los países en su cumplimiento. En toda la negociación de los ODS, sin duda, lo más difícil y lo más duro de sacar adelante han sido los temas de derechos, en el específico ODS 16 pero también en el resto de objetivos. Se pelearon mucho y se consiguieron mantener en los objetivos de género, en la erradicación del matrimonio precoz, en el de pobreza haciendo énfasis en la igualdad de derechos a la herencia o a la propiedad. Se han logrado muchos avances. Pero en general -y en mi opinión personal- el enfoque de derechos se podía haber recogido mejor en toda la agenda”.
Pero hay quien va más allá, Pablo Martínez –P2015+-echa en falta una “discusión sobre el desarrollo mismo, que incorpore nuevas visiones interculturales que aparecen y crecen con fuerza. La agenda aún está muy condicionada por una matriz cultural occidental a la que pertenecen las lógicas y procesos de las instituciones internacionales. Es preciso abordar cuestiones desde otros paradigmas que deben ganar progresivamente influencia”.
Papel firmado, ¿papel mojado?
La agenda de 2015 ha pasado ya por dos citas importantes, la Cumbre de Financiación de Etiopía y la Cumbre de Desarrollo en Nueva York. Sólo queda la COP21 de París en diciembre dónde se acordarán las pautas para luchar contra el cambio climático. Cabe preguntarse qué pasará con la ambiciosa visión que presentan los documentos y firman los mandatarios si no se planifica la financiación adecuada, la ejecución, el seguimiento y la revisión de estos objetivos. Poco falta para ver si se convierte en papel mojado o en agenda vinculante para los gobiernos que actúen contra la pobreza y la desigualdad con diligencia.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos
1. Erradicar la pobreza en todas sus formas en todo el mundo.
2. Poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición y promover la agricultura sostenible.
3. Garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos para todas las edades.
4. Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos.
5. Alcanzar la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas.
6. Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos.
7. Asegurar el acceso a energías asequibles, fiables, sostenibles y modernas para todos.
8. Fomentar el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.
9. Desarrollar infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación.
10. Reducir las desigualdades entre países y dentro de ellos.
11. Conseguir que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
12. Garantizar las pautas de consumo y de producción sostenibles.
13. Tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos (tomando nota de los acuerdos adoptados en el foro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático).
14. Conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos para lograr el desarrollo sostenible.
15. Proteger, restaurar y promover la utilización sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar de manera sostenible los bosques, combatir la desertificación y detener y revertir la degradación de la tierra y frenar la pérdida de diversidad biológica.
16. Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.
17. Fortalecer los medios de ejecución y reavivar la alianza mundial para el desarrollo sostenible.
- Un año que vale ¿por cuántos? Doblemente confinados en prisión - 26 de marzo de 2021
- Covid-19: La otra presión hospitalaria - 22 de marzo de 2021
- Código de barras: Relatos escritos desde la cárcel - 1 de abril de 2018