“La objeción fiscal debería ser un imperativo para las personas cristianas”

Foto Charo MármolA Manolo Copé le gusta cantar. Tiene muchas cosas que contar y dice que intenta cantar aquello que quiere contar. Por eso a la pregunta de cuándo canta tiene una larga lista de respuestas: canta cuando hay una causa digna por la que luchar, cuando estalla una batalla o se siente indignado, cuando hace falta una vivienda, cuando besa con los ojos, cuando hay un amor sincero y la mujer que ama le besa…

Le acompaño en una tarde de esta primavera invernal en el mítico local madrileño de Libertad 8. Allí nos encontramos para compartir unas horas de música y amistad. Comienza la sesión Inés Saavedra, cantautora uruguaya que hace cuatro años llegó a Alicante buscando un espacio en el que poder desarrollar sus sueños musicales. Y allí se encontró con Manolo Copé, que no le echó una mano porque “Manolo es una especie de pulpo -dice Inés- que te acoge y te ayuda no con una mano sino con todo su ser”. La noche fue transcurriendo con las guitarras y las voces pasando de unos a otros. Allí estaba también Carmen Martínez, “mi reparadora de sueños”, dijo Copé. Y Carmen acompañó a su compañero y padre de sus dos hijos, Joel y Marta.

Las canciones reflejan trozos de vida, espacio compartido, sueños truncados, dolor y rabia… como las muertes ocurridas cuando Copé trabajaba como educador en un proyecto con personas de VIH. Algunos iban muriendo y, cuando esto ocurría, por cada uno de los que fallecían plantaban una planta en el jardín, convirtiéndolo en Tierra sagrada, otra de las canciones cantadas por Manolo. Pero, sobre todo, en este concierto se compartía utopía y esperanza: “Nos cortarán las flores pero la primavera seguirá brotando” y todas y todos cantamos Primavera sin barreras.

Después de este encuentro decidimos seguir hablando y quedamos en su despacho de su actual trabajo. Ahora está liberado y es el encargado de la responsabilidad del compromiso en la Comisión Permanente de la HOAC. “Se trata de acompañar todo lo que es el compromiso de los militantes tanto personal como comunitario. Todos los militantes están presentes en sus lugares de origen, en aquellas plataformas, sindicatos, en asociaciones… en todas las realidades del mundo obrero más empobrecido”. También tiene a su cargo las relaciones internacionales y el fondo de solidaridad internacional… En su despacho descansa su guitarra, “por si en algún momento me viene la inspiración”

Cuando hacemos esta entrevista estamos en abril, hace poco que ha empezado el plazo para poder hacer la declaración de la renta y yo quiero hablar con Manolo de otra de sus etapas. Fue uno de los fundadores del grupo antimilitarista Tortuga, que aún hoy sigue funcionando y animando a vivir en un mundo sin armas.

¿Cómo empezó este proyecto?

A finales de los 90 teníamos un amigo que se había declarado insumiso en los cuarteles. Estuvo varios meses en la cárcel. Dentro de nuestra manera de entender la fe y el compromiso apostamos por crear un grupo de apoyo que se encargaba de dar a conocer lo que estaba suponiendo el acto de esta persona y también de otras, porque era una campaña a nivel estatal. Fui conociendo todo el mundo del antimilitarismo y vinculándolo con la dimensión sociopolítica de la fe.

A raíz de acabarse esta campaña concreta de la insumisión en los cuarteles, la gente que estábamos en el grupo de apoyo, más otra gente que estaba en la misma onda de antimilitarismo, decidimos continuar con la dinámica de acción-reflexión en torno al antimilitarismo y así empezó a surgir la posibilidad del grupo Tortuga.

Foto Charo Mármol¿Erais todos creyentes?

En el colectivo Tortuga estábamos de todos las creencias. Nuestro nexo de unión era el trabajo por la “noviolencia”. Para nosotros era un plus. Se había dulcificado un poco el tema de la paz, se había creado el Día de la Paz… pero se había perdido la parte más reivindicativa de la noviolencia, de resistencia, de desobediencia civil… toda esta parte se quedaba más edulcorada por el tema de la paz. Parecía que el día de la paz englobaba todo eso, pero no, nosotros queríamos añadir el día de la paz y la noviolencia. Poder desobedecer ante ciertas situaciones que nos parecen injustas. Muchos de nosotros lo hacíamos desde una óptica creyente y otro desde una formación en valores.

¿Cuáles eran las situaciones de injusticia en ese momento?

Había muchos coletazos del tema 0’7, de la cooperación internacional… Estaba en ebullición reivindicar al Gobierno una cooperación internacional. El servicio militar era obligatorio y esto lo considerábamos una situación injusta porque suponía que todo el mundo tenía que entender la forma de defender su país de una determinada manera. En definitiva, cualquier situación de injusticia era asumida por la gente que estábamos en ese grupo. Ante una situación injusta, si te callas, estás siendo cómplice.

Una de las acciones del C. Tortuga era la objeción fiscal. ¿Qué piensas de la objeción fiscal en este momento? ¿Sigue teniendo sentido?

Debería ser un imperativo para todos los cristianos hacer objeción fiscal. Respeto la libertad de todo el mundo pero digo esto porque donde está tu dinero, donde está tu tesoro, está tu corazón. De alguna manera, una de las herramientas legales que tenemos para desobedecer civilmente se concreta cuando tenemos que hacer la declaración de la renta. Hay otras muchas maneras, pero esta es una en la que sí que se puede concretar y se puede visibilizar esa otra manera de entender las cosas que tenemos muchos creyentes. Por esto digo que tendría que ser obligatorio. Entiendo los planteamientos de quienes dicen que hace falta un ejército, que hace falta la policía, la guardia civil, una fuerza de seguridad del Estado… pero, aun entendiéndolo, no acabo de compartir que sea la única manera que tenemos de organizarnos, por eso no lo comparto. Puedo entender que haga falta ciertas medidas de seguridad, pero me viene a la cabeza el cuento de León Tolstoi, en el que hablaba de un pueblo que tenía grandes extensiones de terreno, hasta que vino un vecino y puso una valla y luego vino otro e hizo lo mismo. Otro compró un perro y otro también…hasta que todos tuvieron que defenderse de todos. Si todos los países no tuvieran ejército no haría falta ningún ejército. Pero, además, es que esta manera de pensar es una lógica que alimenta el sistema capitalista, que lo que hace es generar una serie de necesidades donde no existen. Igual que lo hace con nosotros a nivel personal, lo hace a nivel general. Hay un gasto desorbitado en un ejército de ciento y pico mil soldados que ahí están por si nos atacan desde el sur o desde el norte, da lo mismo. Es un poco la lógica del miedo que el capitalismo nos tiene bien inculcada. Hay que generar una serie de enemigos y, cuando están los enemigos, tenemos que defendernos y entonces tenemos que generar los medios para defendernos.

¿Hoy tiene sentido hacer la objeción fiscal?

En este momento hay un plus más para hacer la objeción fiscal por la coyuntura que estamos viviendo. Pero siempre teniendo en cuenta que, cuando esta situación pase, sigue teniendo sentido hacer la objeción fiscal. Los cristianos tenemos una responsabilidad de generar y potenciar estas herramientas, ponerlas encima de la mesa y darles el valor que pueden y tienen que tener.

Las personas que hemos tenido la oportunidad de compartir vida y proyectos en los países del Sur nos damos cuenta de que es todavía más necesario. Digamos que en el Sur estos temas se agudizan aún más. Que un gobierno gaste un 30% de su presupuesto en defensa cuando se esta viendo que la gente está pasando hambre y no tiene una casa donde vivir es todavía mucho más lacerante y te revuelve el estómago.

Desde la lógica de la justicia universal y desde la lógica de la justicia distributiva tenemos que entender que, si tenemos algún elemento en el que podamos revertir la situación de injusticia que está institucionalizada, ese es un elemento clave. La declaración de la renta es algo que hacemos cada uno y tendremos que actuar en conciencia, pero sí creo que los cristianos tendremos que ser cada vez más incisivos en la necesidad y la urgencia de que la objeción fiscal pueda ser una herramienta válida para generar otra manera de redistribución de la riqueza que entre todos generamos, una manera de que la justicia se concrete.

Al final de nuestra conversación, Manolo me regaló el último de sus discos, Próxima apertura. En la página final del libreto que lo acompaña dice: “Tenemos que manifestar pacíficamente, pero de forma clara y contundente, que hoy, en el siglo XXI y después de tanta humillación y sufrimiento la humanidad no puede resolver sus problemas mediante el uso de la guerra”.

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