La Rueca Migratoria. Tejiendo historias y experiencias de integración
Alberto Ares S.J
ED. Universidad Pontificia Comillas, 2017

En su perfil de Twiter, Alberto Ares SJ, que es el delegado del Sector Social de los Jesuitas en España, se define a sí mismo como jesuita, peregrino, economista, apasionado por la fe y la justicia, las migraciones, los hábitos de consumo… Yo añado que es de Veguellina de Órbigo, un leonés por el mundo y para el mundo. Y una buena persona. Conozco a Alberto desde que un día vino a verme a la universidad para ver cómo terminar de enfocar su tesis doctoral, tesis que tenía necesariamente como trasfondo y sustento a las personas migrantes. Trabajamos mucho, trabajamos bien y en él, mientras tanto, nació una buena amistad. La tesis trató de tejer un modelo de integración que él llamó mixto: frente a posturas asimilacionistas o de las que defienden la segregación, Alberto plantea que la migración es un recorrido que mezcla, amalgama, incorpora y adapta cosas de aquí y cosas de allá. Así pues habría tantos procesos de integración como personas que emigran. Ningún proceso de integración personal es igual a otro. Y eso se puede observar sobre todo en el día a día: en cómo se compra y se consume, cómo se celebra, cómo se usa y pasa el tiempo de ocio.
Fruto de ese trabajo académico, sesudo, que le permitió a Alberto poder usar las siglas Dr. delante de su nombre y ser reconocido académicamente como un excelente y riguroso investigador en el ámbito migratorio, hoy Alberto publica La Rueca Migratoria: un libro en el que recoge las historias y vivencias de las personas de origen marroquí que hoy viven en Valladolid, de las ecuatorianas que lo hacen en Madrid o de aquellas que salieron de El Salvador y hoy viven en Boston, con las que Alberto ha convivido, ha hablado y de cuyas historias, incluso, ha formado parte. Ha ido a la compra con ellas, ha celebrado sus fiestas, sus celebraciones familiares, sus días nacionales, sus fiestas religiosas… Ha compartido mesa camilla y domingos de parque. De ahí la metáfora de la rueca, instrumento que teje e hila historias. Esto, que técnicamente se llama investigación etnográfica y que supone indagar desde la realidad de la persona investigada, observando y participando, Alberto lo hace de manera natural, vivida, sentida y compartida.
Las historias que se tejen en la rueca migratoria de Alberto ponen de relieve que migrar no es fácil
El trabajo realizado por Alberto no es, pues, teórico –o no solo, al menos- sino que ha sido construido desde la vivencia, el sufrimiento, el acompañamiento. No espere la persona que lo lea encontrar lenguaje académico, opaco y abstruso solo entendible por el resto de su club. Tiene aparato crítico, sí; se sustenta en lecturas, artículos, libros y demás soporte bibliográfico, también; incorpora justificación y rigor metodológico, por supuesto; pero también está escrito de manera sencilla, para ser entendido y disfrutado. Acerca la realidad a la universidad y viceversa. No obstante sí incorpora, a modo de recomendación y basadas en sus hallazgos, cinco grandes propuestas, válidas tanto para las personas y organizaciones que trabajan directamente atendiendo las necesidades de la población migrada como para aquellas que tienen la obligación de legislar y atender de manera más institucionalizada:
- La necesidad de atender y gestionar la diversidad construyendo conceptual y realmente una ciudadanía inclusiva con un enfoque claramente de acceso a derechos básicos.
- La importancia de la educación y la formación en liderazgo que impulse con mayor vigor la construcción de cohesión social entre las personas migradas y las comunidades de acogida.
- La importancia de cuidar los elementos culturales dentro de las tradiciones celebrativas familiares y comunitarias, incluyendo la compra y la elaboración de la comida cotidiana.
- La importancia de la religión y sus manifestaciones externas y celebraciones como potentes elementos de construcción de identidad y sentido.
- La importancia del empoderamiento y promoción de la mujer como potente agente catalizador y de transformación social.
Libros como el de Alberto Ares son siempre oportunos, necesarios. Hoy quizá cobra mayor relevancia y actualidad: cuando a las puertas de Europa se agolpan (los que consiguen llegar sin naufragar y ahogarse en el Mediterráneo) miles de sirios que huyen de la guerra y la persecución; cuando un presidente de un país muy poderoso decide construir muros y prohibir de manera general la entrada a su país a ciudadanos y ciudadanas de un puñado de países sin atender a sus historias intimas, individuales y propias; cuando se sigue pensando más frecuentemente y por más personas de lo que sería aceptable que el inmigrante que vino de Colombia es un pandillero violento, la nigeriana que se prostituye es porque quiere, la ecuatoriana que limpia nuestras casas nos roba el trabajo de las personas desempleadas…
Las historias que se tejen en la rueca migratoria de Alberto ponen de relieve que migrar no es fácil, se sufre, se llora, se pasa mal, pero que también hay esperanza, vida, trabajo, ilusión y ganas. La rueca de Alberto puede compararse en cierto modo con la rueca de Gandhi, que la usaba como símbolo de la vuelta a la sencilla vida campesina que predicaba. Ambas ruecas tejen historias difíciles, complicadas y esperanzadoras.
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