Obituario de Lluís Magrinyà

La memoria que surge y me impregna de Lluís Magrinyà es la de un líder al modo de San Ignacio. Hombre de fe, abierto, universal, acogedor de la fragilidad, comprometido hasta las cejas con las personas. Con todas, aunque de forma especial con quienes sufren la injusticia de la pobreza y la desigualdad, con quienes tienen que dejar su hogar y buscar refugio.

Lluís fue un pionero en todo lo asociado con la cooperación internacional y la justicia global. Hizo evolucionar a Intermón de un secretariado de misiones a una organización de desarrollo moderna, profesional y de impacto. Para ello él, y la Compañía de Jesús, mostraron la generosidad de abrir la organización a otros saberes y conocimientos. Diversidad para la misión. Primer presidente de la Coordinadora de ONGD tuvo la visión clara de unir esfuerzos para lograr cambios. Director del Servicio Jesuita a los Refugiados, respondiendo a la inspiración de Arrupe, para quienes han tenido que huir de sus tierras y casas.

Moderado en la forma, contundente en la defensa de los derechos. De grandes talentos, listo como el hambre, con esos ojillos sonrientes que te miraban con una mezcla de picardía y complicidad para empujarte, para tramar algo más juntos. Un visionario al tiempo que hacedor. Con Lluís las buenas ideas no se quedaban en el papel, ocurrían. Por delante de su tiempo, asumiendo riesgos y contradicciones, sin aristas para poder jalar de otras personas o instituciones en la dirección de la justicia. De una humildad genuina, palpable. Una persona brillante que optaba por hacer brillar a otros a su alrededor.

Contra mi propio pronóstico, ya que el puesto era para alguien de un perfil diferente, Lluís -con Ignasi Carreras- me contrató para Intermón hace casi 30 años cuando trabajaba en Técnicas Reunidas. Tener vocación y ganas no bastaba, hacía falta alguien que me diera la oportunidad, que confiara.

Gracias Lluís. Descansa en paz de tantos afanes, en el abrazo del Padre.