El libro recoge artículos publicados en diferentes momentos que tienen una unidad de fondo grande, proporcionada por la mirada del autor sobre el acontecer en la Iglesia y el mundo para responder, en definitiva, a lo que nos preocupa a muchos cristianos: ¿cómo atestiguar que el reino de Dios está entre nosotros?
Pretende Fernández Barberá ofrecer sus reflexiones de forma amena. Y lo consigue con escritos breves que apuntan a temas de mucha enjundia: qué aporta la religión, cómo hacer la experiencia de Dios, qué luz encendió Jesús, el cambio de paradigma necesario en la Iglesia hoy y la novedad de Francisco.
Los grandes temas son ocasión de repasar también lo acontecido en la Iglesia postconciliar y de criticar tanto la involución vivida tras el concilio como las prisas de otros sectores y las reducciones progresistas de la teología. Pero, en definitiva, dos son los ejes del librito: afirmar «la certeza renovada de que ser cristiano no es adherirse a una doctrina sino vivir a Dios siguiendo a Jesucristo» y la voluntad de expresar en lenguaje comprensible para el hombre de hoy las afirmaciones y relatos de nuestra fe.
[quote_right]»Ser cristiano no es adherirse a una doctrina sino vivir a Dios siguiendo a Jesucristo»[/quote_right]
Quienes tengan interés en la renovación de la Iglesia y en su diálogo con el mundo encontrarán interesante su reflexión sobre el papel de los ritos o sobre la aportación de la religión cristiana «asegurando permanentemente que el otro es un prójimo». Su defensa de la posibilidad de «hacer la experiencia de Dios» o su reivindicación de una buena teología que hable de «un Dios a la vez trascendente e íntimo». Pero me parece que lo más novedoso son los capítulos dedicados a la redención. Ahí se distancia de la interpretación sacrificial de la entrega de Jesús, tan difícil de entender en el mundo de hoy (¿acaso Dios necesita ser aplacado?), y da un contenido nuevo a otra expresión de difícil comprensión para muchos, la de que «Jesús nos redimió de nuestros pecados». Reinterpreta el concepto del perdón de Dios -«No me adhiero a la idea de que Dios nos perdona… Dios nos limpia, nos purifica, nos transforma»- y el de la justicia divina, que debe ser extensiva a las víctimas de toda la historia. Y se atreve a apuntar que un concepto de Dios como todo misericordia deja sin solución el castigo de los malvados.
[quote_left]»No me adhiero a la idea de que Dios nos perdona… Dios nos limpia, nos purifica, nos transforma»[/quote_left]
No sé si es pequeña teología pero sí es, desde luego, una gran reflexión sobre el cristianismo, la Iglesia y el mundo a día de hoy, preñada de sugerencias para que la Iglesia sea «el corazón de un mundo sin corazón», capaz de atestiguar la presencia de Dios, más centrada en las personas que en las ideas, cuna de espiritualidad pero volcada en la acción, haciéndose cargo del sufrimiento del mundo y, por tanto, más compasiva que moralista. Y siempre dispuesta a convertirse. «Leer cada momento, anunciar su riqueza, sembrar una semilla, curar a los heridos, invitar a un banquete, estas son las misiones de la Iglesia».
Pequeña teología
Carlos F. Barberá
Las Díez ciudades ediciones, 2016