Por Mamadou Aliou Diallo (traducido para Umoya por Edurne Gil)
Como ya ocurrió en la cumbre de los BRICS de 2013 que tuvo lugar en Durban, la reunión iniciada el 2 y 3 de septiembre en la ciudad de Xiamen, provincia china de Fujian, ha reservado un lugar privilegiado a la colaboración con África. En 2013 se impulsó una nueva dinámica de cooperación Sur-Sur y esto mismo se va a producir en la novena cumbre de este club formado por cinco países emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), quienes no se han olvidado de hacer un guiño a África, el continente centro de todas las miradas.
Además de Sudáfrica, que ya es miembro de los BRICS, otros dos países africanos (Guinea y Egipto) figuran entre los cinco invitados de honor a la cumbre. Su presencia denota la expresa voluntad del grupo de cinco países emergentes de aprovechar todas las oportunidades de colaboración y acuerdos en el continente.

Encuentro BRICS en Xiamen
La cooperación con los BRICS se muestra como una reorientación estratégica para los países africanos. Estos parecen estar fundamentalmente atados de pies y manos a las instituciones de Bretton Woods, las cuales imponen sus leyes en función de sus propias orientaciones y dictan las líneas económicas y presupuestarias que deben adoptar la mayoría de los países del continente. La creación del banco de desarrollo de los países emergentes (NBD) es, en este sentido, una estrategia de los BRICS para contrarrestar a las instituciones financieras internacionales que se encuentran bajo el control occidental (FMI, Banco Mundial). Sin embargo, África no debería perder de vista el principio “ganador-ganador” para que esta cooperación no se produzca en un sentido único, como ocurre con los tradicionales aliados occidentales.
Lo que está en juego también es importante para el grupo de los cinco países emergentes más grandes: encontrar nuevas oportunidades para impulsar su propio crecimiento y, como tela de fondo, reforzar de manera constante su posición respecto a los países ricos de occidente en un continente que se renueva con el crecimiento, para materializar así sus ambiciones de poder.
Los indicadores económicos demuestran que el acuerdo BRICS-África se ha mantenido durante estos años en una espiral positiva: los BRICS representaron el 22’53% del PIB mundial en 2015 y contribuyeron en más de un 50% al crecimiento económico mundial en los últimos diez años. Sin embargo, para conseguir crear un nuevo polo de poder económico y geopolítico deberán resolver las divergencias internas para centrarse en los objetivos existenciales de esta cooperación Sur-Sur.
Para África lo que está principalmente en juego es su futuro económico. En el momento en el que el debate acerca de la cuestión del franco CFA se desencadene, apartarse de la influencia de la cooperación neo o postcolonial debería ser una prioridad para proteger su economía de los golpes externos provocados por una economía mundial fuertemente dependiente de las grandes potencias occidentales, cuyo crecimiento está ralentizado.
La extraordinaria capacidad de resiliencia de la economía africana frente a las crisis mundiales de los últimos años se explica, según algunos especialistas, por el dinamismo de su cooperación con los BRICS.
- Teología de la Sagrada Agua, desde Guatemala - 21 de marzo de 2023
- Pasar de las tinieblas a la luz – Carta Abierta a la Conferencia Episcopal Española - 1 de febrero de 2022
- ¿Dónde estaban las mujeres de Greenpeace? - 13 de enero de 2022