La violencia que se ejerce contra la mujer en el mundo se hace de mil modos y maneras: en la India, las viudas eran tiradas a la pira para quemarlas al morir sus maridos; en Bangladesh, a las mujeres se les quema el rostro con queroseno acusadas de desobediencia por sus maridos; en los conflictos bélicos, las mujeres son consideradas como botín de guerra y son sistemáticamente violadas; en muchas ocasiones son consideradas como mera mercancía que se vende y se compra, trasladándolas de un lugar a otro sin su consentimiento y sometiéndolas a un sinfín de vejaciones, entre otras la privación de su libertad. En Europa la violencia de género no deja de cobrarse víctimas cada día, mujeres asesinadas por el simple hecho de ser mujeres.
La mutilación genital femenina (MGF) es una de las violencias más brutales porque no solo se limita al momento de la escisión del clítoris, sino que priva a las mujeres de la capacidad de gozar con su sexualidad a lo largo de su vida.
Pero, ¿qué es la mutilación genital femenina? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la MGF abarca todos los procedimientos que involucren la extirpación parcial o total de los órganos genitales femeninos o cualquier daño a los genitales femeninos que no se hagan por razones médicas.
Existen distintos tipos de MGF, que se clasifican en función de las zonas extirpadas:
Tipo 1. Clitoridectomía . Consiste en la extirpación total o parcial del clítoris o el prepucio del mismo.
Tipo 2. Escisión. Es la extirpación parcial o total del clítoris y de los labios menores con o sin escisión de los labios mayores.
Tipo 3. Se realiza un estrechamiento del orificio vaginal a través de la sutura o cosido de los labios menores y/o mayores. Puede o no haber extirpación del clítoris. Esta es la forma más severa de mutilación. El orificio que se deja es mínimo por lo que, tanto para mantener relaciones sexuales como para el parto, hay que realizar un desinfibulación.
Tipo 4. Consiste en la punción, perforación, estiramiento o incisión del clítoris y/o de los labios, en la cauterización del clítoris y del área circundante y el raspado del tejido que envuelve la vagina.
Estas terribles prácticas, según datos recogidos por Unicef, las han sufrido 125 millones de mujeres y niñas en 29 países de África y Oriente Medio. En la mitad de estos países la MGF tiene lugar antes de los cinco años. En el resto oscila entre los cinco y los catorce y forma parte del ritual que da paso a la edad adulta.
La MGF se globaliza
Estamos en un mundo global, donde los seres humanos, a pesar de las dificultades existentes, nos movemos de un lugar a otro con una facilidad hasta ahora no conocida. Esto significa que esta práctica hasta ahora muy localizada se ha convertido también en algo global. Sólo en España viven más de 50.000 mujeres procedentes de estados donde se realiza la MGF. De estas, 17.000 son menores de quince años, por lo que están en situación de riesgo. Cataluña concentra un 36,6 %. El pasado mes de febrero la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), que también ha editado una guía para profesionales sobre prevención e intervención de la MGF en España, organizó las V jornadas internacionales contra la MGF.
En dichas Jornadas se debatió con periodistas, europeas y africanas, sobre “el potencial de los medios de comunicación en la lucha contra la MGF” y con las ONG sobre las estrategias de comunicación a seguir desde estas entidades. Se abordó el tema de las tradiciones que perjudican a las mujeres. El último día, ante un nutrido público formado por mujeres y hombres africanos, entre los que se encontraban algunos embajadores y ministros de estos países, se habló de la MGF como un desafío global y un compromiso político.
En el marco de estas jornadas se presentó el corto Mariama. El guión y la dirección son de Mabel Lozano y el protagonista, Ibrahim Bah, se encontraba con nosotros. El documental cuenta cómo Ibrahim fue testigo de la mutilación genital de su hermana con tan sólo cinco años. Cuando presenció el sufrimiento vano de su hermana, se prometió que ninguna de sus hijas pasaría por ello. Ibrahim afirma en el documental que la MGF es cosa de mujeres, que los hombres no participan en ello. Es cierto que las mutiladoras son mujeres, muchas de ellas con un gran carisma y que han heredado ese rol de sus madres, tías o abuelas. Pero también es cierto que si las mujeres no fueran sometidas a esta práctica ancestral la gran mayoría de los hombres las repudiarían. Es decir, las mutiladoras son correa de transmisión de la ideología patriarcal.
Ibrahim afirma en el documental: “La sexualidad es muy importante, pero allí no se habla. Le están quitando a la mujer el derecho a disfrutar de la vida. La mujer merece ser feliz”.
Ibrahim es un hombre que ha tomado conciencia del sufrimiento al que se somete a las mujeres y se ha enfrentado a su familia y a su comunidad. No ha sido comprendido, pero está convencido de que tiene que seguir denunciando y trabajando para erradicar esta violación de los derechos de las mujeres.
Cada vez son más las asociaciones de mujeres que se organizan y tratan de dialogar y formar a sus comunidades para que sean capaces de enfrentarse a quienes defienden estas prácticas ancestrales. “Las víctimas a menudo no toman conciencia de la agresión. No tienen referencias sobre otros estilos de vida y, con frecuencia, no han accedido a información sobre la materia, por lo que no entienden la ablación como un ataque a su integridad física o a su salud, como una forma de sumisión y control de su libertad sexual frente a la dominación masculina”.
En España, Médicos del Mundo está trabajando desde hace años con la población emigrante. Constataron que muchos aprovechan el viaje a sus países para realizar estas prácticas, muchas veces obligados por la presión social. Para evitar esto, además del trabajo continuo que se realiza, los médicos españoles emiten un certificado de compromiso preventivo en el se informa a los padres de los riesgos socio-sanitarios y psicológicos que representa la mutilación genital, así como sus consecuencias legales. Los padres que firman este certificado se comprometen a llevar a su hija a la consulta del pediatra una vez que han regresado del viaje para que sea examinada. También se trata de un salvoconducto para quienes rechazan la mutilación genital pero no desean retar a los suyos.
Una vez más vemos cómo la educación y el conocimiento, tanto aquí como en los países originarios, es una de las fuentes de liberación.
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