En pleno siglo XXI, tal como sostiene Eduardo Galeano, “día tras día, se niega a los niños el derecho a ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana… El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura”.
A lo largo de las últimas décadas miles de personas asiáticas y africanas, huyendo del espanto que significa convivir con la aridez del hambre y la desolación que tras de sí deja la guerra, intentan migrar hacia Europa buscando hacer realidad sus sueños de libertad y paz.
Los medios de comunicación reflejan esta situación cotidianamente y, seguramente, una de las imágenes que recientemente más repercutió en el corazón de la humanidad fue el cuerpo de Aylan sin vida, yaciendo sobre una playa europea como triste metáfora de un sueño de libertad convertido en pesadilla de muerte y desamparo.[quote_right]En Latinoamérica, diariamente, cientos de personas abandonan sus países buscando en otras tierras mejores condiciones de vida[/quote_right]
Estas imágenes no son ajenas a los habitantes de Latinoamérica, ya que en su continente, diariamente, cientos de personas abandonan sus países de origen buscando en otras tierras hermanas mejores condiciones de vida. Así, por ejemplo, es habitual que personas procedentes de Bolivia, Perú y Paraguay migren hacia Argentina con la ilusión de conseguir un trabajo digno y poder acceder a un sistema sanitario y educativo de calidad.
En este contexto también existen millones de Aylan que, anualmente, por falta de alimento o de acceso a servicios sanitarios mínimos, cierran sus ojos definitivamente sin que jamás sus corazones hayan podido comprender por qué un continente superpoblado y con abundante comida los condena al hambre.
En efecto según la UNICEF, en América Latina y el Caribe «más de 8 millones de niños mueren cada año, la mitad de ellos por hambre, malnutrición y falta de acceso a agua potable… 70’5 millones de niños, niñas y adolescentes son pobres (40’5%) y 28’3 millones (16’3%) viven en situación de pobreza extrema«.
Frente a esta angustiante realidad los gobiernos regionales están emprendiendo una lucha titánica para revertir esta situación e implementan políticas que reconocen a los niños como sujetos de derecho y, de esta forma, convierten a los Estados en garantes de que todos los niños y niñas vivan dignamente y en libertad; que reciban alimentación, educación y atención médica.[quote_left]Es necesario que los latinoamericanos se comprometan con la costrucción de una democracia plena[/quote_left]
Así, por ejemplo, Argentina sancionó una Ley de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes y, para que la misma sea viable, entre otras estrategias, implementó la Asignación Universal por Hijo, que es un seguro social a través del cual los padres desocupados reciben del Estado recursos económicos para garantizar que sus hijos puedan ejercer sus derechos y a su vez las familias se comprometen a enviar a sus hijos a la escuela y a realizarle controles médicos.
Pero para que esta situación se revierta estructuralmente es necesario que los latinoamericanos, que muchas veces parecen preocuparse por la temática cuando se toma a los y las menores como seres peligrosos y se propone bajar la edad de imputabilidad, se comprometan con la construcción de una democracia plena donde ningún niño o niña sufra la vulneración de sus derechos.
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