¿Dónde vas con las banderas y aviones y todo el cerco de cañones que apuntas a este pueblo?
¿Dónde vas con la vergüenza por galón y en el fusil llevas el miedo que apuntas a este pueblo?
¿Dónde vas cuando ya los niños no pueden jugar porque la calle rebosa sangre y eres tú quien la llenas?
¿Dónde vas cuando los niños ya no pueden mirar ni el azul del mar ni aquel cielo claro y eres tú quien lo robas?
¿Dónde vas con las banderas? ¿ Dónde vas con los aviones?
¿Dónde vas con los fusiles? ¿Dónde vas con los cañones?
¿¡¿¡¿DÓNDE VAS?!?!?
Lluis Llach
Os presento a dos personas que me han llamado mucho la atención en los últimos meses: Joaquin y Stéphane. Joaquin es joven, estudia sociología y es gallego. Stéphane es francés, está a punto de cumplir el siglo de vida y tiene un amplio currículo de movilizaciones, protestas y compromisos.
Joaquin se atrevió a convocar en su ciudad –Santiago- una concentración de protesta por los recortes en educación pública. El día de la protesta estaba solo, (bueno, con la prensa) lo cual supuso una gran repercusión mediática de una protesta legítima que no había tenido el poder de convocatoria necesario. Salió en todos los medios. Stéphane fue uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. También estuvo en la resistencia francesa, vivió desde dentro y con un papel protagonista la descolonización y ahora se dedica a trabajar con los sinpapeles, los gitanos y en general con cualquier persona que se sienta discriminada.
A sus 94 años ha escrito un libro llamado Indignez-vous, del que en marzo estaba prevista su versión en castellano. Tiene 30 páginas, cuesta tres euros si lo quieres impreso y encuadernado y en él dice que la indignación es la pólvora de toda explosión social y recomienda a todo el mundo que “halle un motivo de indignación. Eso no tiene precio. Porque, cuando algo nos indigna, nos convertimos en militantes, nos sentimos comprometidos y entonces nuestra fuerza es irresistible». Sin ningún tipo de apoyo mediático, sólo con el boca a oreja (que modernamente se llama ahora meneo en las redes sociales) se han distribuido más de 650.000 ejemplares en Francia. Si lo quieres leer completo, aparte de comprarlo, puedes descargarlo de muchos sitios (por ejemplo: http://andrescapelandos.blogspot.com/2011/02/indignaos.html).
Stéphane se indigna por las mismas cosas que tú y que yo: por la naturaleza del sistema económico responsable de la crisis que constituye además, según él, «una amenaza para la paz y la democracia”; por la brecha abismal entre los más pobres y los más ricos; por el afán de aplastar al prójimo y la avidez por el dinero. En temas de política internacional su principal indignación es el conflicto entre israelíes y palestinos; se declara partidario de una «insurrección pacífica», en particular contra los medios de comunicación en manos del poder del dinero y que «sólo proponen a los ciudadanos el consumo de masas, el desprecio hacia los humildes y hacia la cultura, la amnesia generalizada y una competición a ultranza de todos contra todos».
Dos historias paralelas, convergentes, en tiempo de indignaciones que nos convierten en militantes. Indignarse por algo es lo que nos mantiene vivos y activos socialmente. Es necesario pegar el puñetazo en la mesa y decir “No” con toda la fuerza que podamos. En algunos países (Egipto, Túnez, Libia…) en los días en que escribo esta columna hay muchos Joaquines y Stéphanes indignándose y levantándose y cantándole como cantaba LLuis Llach al dictador de turno ¿Dónde vas?, ¿Dónde te crees que vas cuando los ciudadanos nos hemos indignado y hemos salido a la calle sin miedo (o escondiéndolo) a defender nuestra hambre y nuestro pan? Necesitamos de Joaquines y de Stéphanes ,o mejor aún, necesitamos encontrar dentro de nosotros el rescoldo de Joaquin y Stéphane e indignarnos. Ésa es la propuesta para esta primavera.
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