La irreductible aldea gala…

Erase una vez, en los confines de la Comunidad de Madrid, allá donde el terreno se hace pedregoso, escarpado y el viento es muy frio en febrero, una aldea de 6.000 habitantes donde gobernaba una dama con aires caciquiles y señoriales, a la que le parecía importar mucho, muchísimo, el urbanismo y sus prebendas, la suntuosidad de los palacios municipales recubiertos de granito y mármol (no en vano era sobrina de uno de los principales graniteros de la zona) y despreciaba todo lo que sonara a cultura, participación vecinal o respeto por el medioambiente, cosa grave si se tiene en cuenta que su feudo formaba parte de un Espacio Natural Protegido (hoy Parque Nacional).
Los ciudadanos de esa aldea, convencidos de que las cosas podían ser de otra manera, aprovecharon una convocatoria electoral hace dos años y, tras mucho esfuerzo, debates, tiras, aflojas, cesiones… consiguieron echarla de su trono. El gobierno municipal de esa aldea se formó por entidades muy distintas (PSOE, IU-independientes, un partido nacido de una asociación ecologista y familias del pueblo de las de toda la vida). Fue muy difícil gestionar el acuerdo pero, una vez que se llegó a un pacto, los siete concejales y toda la gente que les apoyaba empezaron con ilusión, empuje y ganas a trabajar por su aldea. El nuevo alcalde, en vez de atesorar su poder como hacía la anterior, delegó la mayoría de sus funciones en el resto de las concejalías, excepto las que eran exclusivas de su cargo. Abrieron los espacios públicos y los cedieron gratuitamente a la gente de los pueblos, que empezó a llenarlos de actividades, aire fresco, risas, propuestas culturales. Dieron participación a todas las personas llegando, incluso, a poner en manos de estas el 40% del presupuesto municipal: a través de consejos sectoriales, los vecinos de la aldea establecían propuestas, las priorizaban y las elevaban a una Asamblea de Pueblo que las aprobaba. La gestión municipal se hizo transparente y la web del Ayuntamiento comenzó a publicar las actas y acuerdos, a la vez que se abrieron los plenos a la ciudadanía, permitiendo lo que de por sí es un derecho de todo vecino/a: hablar en ellos (en sus tiempos, la antigua gobernanta convocaba los plenos en unos días y horas poco accesibles y, además, al llegar a ese punto del orden del día se lo saltaba por cuestiones de tiempo).

Pero llegaron malos tiempos. La irreductible aldea gala se vio rodeada de romanos invasores cuando, en noviembre de su primer año, el país se tiñó casi en exclusiva de un azul privatizador, recortador, apisonador y prepotente que trataba vertiginosamente de acabar con espacios públicos, derechos sociales, participación ciudadana, acceso universal gratuito a los bienes más imprescindibles –sanidad, educación…- La aldea resistía y resistía…hasta que, al comienzo de este año 2013, un pacto PP-PSOE a nivel estatal sobre gobernanza de las administraciones locales le arrebató su ilusión, sus ganas y sus logros al decidir una drástica reducción del gasto (una más) que esta vez suponía eliminar la dedicación exclusiva –y, por lo tanto, pagada– de tres de los siete concejales que esta aldea tenía en su gobierno. Una medida muy aplaudida por la Señora y sus adláteres -que ya se veían restituidos en breve en sus sillones- y por una ciudadanía poco informada que, aunque veía, aprobaba y defendía los logros de ese gobierno municipal en el año y tres cuartos que llevaba de legislatura, había sido engañada por los heraldos y la prensa al servicio de determinados intereses y estaba convencida de que todo político es naturalmente despreciable, vago, derrochador y, por lo tanto, eliminable.

En la aldea gala, los concejales que cobraban un sueldo suponían un escaso porcentaje sobre el presupuesto municipal y, además, en las Navidades del 2012 habían compartido su paga extra con los funcionarios municipales que, por decisión de los romanos, no la habían cobrado….Pero eso no importaba cuando la estrategia de los del imperio era desmontar cuanto espacio de participación y transformación existiera en sus confines.
Continuará…

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