Supongo que a estas alturas no le sorprenderá a nadie que no me guste lo que está haciendo este Gobierno nuestro. Creo que es pública y notoria mi alineación zurda. No obstante, en estos días en que escribo esta columna (a primeros de febrero) todos los ministros se han acercado a sus respectivas comisiones parlamentarias (y a través de ellas a los medios de comunicación) para hacernos llegar sus prioridades y planes de legislatura. Y he sentido escalofríos. No solo por la ola de vientos siberiana que nos azota… Así que me he atrevido a poner por escrito y compartir con vosotros y vosotras mis miedos, temores y angustias por la que nos está cayendo y la que nos va a caer. No los miedos coyunturales, de los que ya hablé el mes pasado. Mi problema es que estos nuevos cambios son de carácter más estructural. Y eso me preocupa porque la marcha atrás es difícil.
Comienzo por la educación. Dos aspectos me preocupan. El primero es la sustitución de Educación para la Ciudadanía por otra que previsiblemente se va a llamar Educación Cívica y Constitucional. Creo que los de mi generación somos de los pocos españoles no adoctrinados por una asignatura: los previos a mí tenían la Formación en el Espíritu Nacional, que la reforma del 70 abolió. Dice la Wikipedia que durante la Transición se impartió brevemente una asignatura denominada Convivencia en democracia, pero por la que yo no recuerdo haber pasado. En 1979 se añadió a la asignatura Historia de España de 3º de BUP contenidos sobre la Constitución española de 1978, según la misma fuente, pero mi problema y el de muchos de los de mi generación es que el programa nunca se terminaba. Yo no recuerdo haber llegado siquiera a la República. La LOGSE (1990) introdujo las transversales (educación para la salud, educación vial, respeto al medio ambiente, educación no sexista, educación para el consumo….) pero al no ser evaluables y diluirse en todas las asignaturas del currículo, dependían mucho de cómo cada profesor las enfocara y profundizara. Por fin, en 2007 se estableció la asignatura Educación para la Ciudadanía que ahora se sustituye. La nueva, más que una educación en valores mejor o peor enfocada, parece (y digo parece porque solo sé lo que he leído oído en los medios de comunicación) que va a estar más enfocada a estudiar la Constitución y las instituciones europeas. Así pues parece que llega otra generación como la mía: sin valores.
El otro aspecto es el que se deriva de las declaraciones del Ministro al afirmar que más que el proceso hay que fijarse en el resultado. Copio una vez más de oídas pero, casi literalmente, dijo que una educación en la equidad que lleve al fracaso no es válida: hay que educar para el éxito. Discrepo: a mi entender los procesos, las formas, los caminos son a menudo más importantes que los resultados. Lo decía Kavafis en su Viaje a Ítaca y yo me declaro kavafiano: Lo importante no es llegar, lo importante es andar, con quién lo andas, cómo lo haces y a quién vas dejando en el camino. Esta filosofía del resultado antes que el proceso nos llevaría de manera más o menos directa a hablar de un modelo educativo basado en premiar el éxito y castigar, antes que acompañar, al fracaso. ¿Recordáis el llamado Bachillerato de la Excelencia ya implantado en la Comunidad de Madrid?
Segundo Ministerio. Medio Ambiente, si es que se le puede llamar así. También tres reformas estructurales peligrosas: 1) La modificación de la ley de costas, muy preocupante y que permitiría, caso de llevarse a cabo, desastres como el del hotel en el Algarrobico. ¡A ver si lo terminan de demoler antes de la reforma de la ley, que si no se queda! 2) La reforma del Plan Hidrológico. Si todo se hace como dice, volveríamos a desviar agua para campos de golf en zonas áridas y semidesérticas y a fomentar las macrourbanizaciones. 3) La reforma de la ley de calidad del aire. Imagino que lo que yo entiendo por calidad del aire y lo que ellos entienden no va a ser lo mismo.
Así las cosas, pocas esperanzas, pocas ilusiones y ninguna o casi ninguna gana de seguir viviendo aquí. Si no me voy es porque, al menos a nivel local, en mi pequeño pueblo las cosas son distintas. Allí, desde mayo de 2010, cuando echamos a una alcaldesa de maneras caciquiles y gobierno al estilo del tea party español mas recalcitrante y conservador, hay ganas, hay ilusión, se hacen cosas, la gente vuelve a la calle y las plazas se llenan, hay iniciativas… ¡Ah! y además, hoy por hoy, se respira aire de buena calidad.
ballesteros@cee.upcomillas.es