El pasado 30 de noviembre, libertad digital publicó un artículo con el título “Cómo salvar mis ahorros si Podemos llega al Gobierno”, en el que recomendaba que para “el ahorrador medio la forma más fácil de poner su dinero a buen recaudo es abriendo una cuenta corriente en un país extranjero”. ¡Acabáramos! ¿Es esta la propuesta de aquellos que se llaman patriotas, veladores del interés general? ¡Sacar los fondos del país! ¿Es esta la solución, su solución? ¿Adónde me los llevo (si los tuviera)? ¿A Suiza?, ¿a Andorra?, ¿a las Islas Caimán? Porque ahí es donde los que tanto temen que venga el lobo y descubra sus tejemanejes parece que se los han estado llevando todos estos años.
No soy fan de Podemos y, aunque hay muchas cosas que me gustan de esta iniciativa, hay otras, pocas, que me llevan a no darles mi apoyo ni mi voto. Pero, en cualquier caso, me alegra que haya surgido, era necesario y está suponiendo un gran revulsivo para la vida política y social de este país. Y, por eso mismo, está metiendo el miedo en el cuerpo a los que ellos llaman “casta”, que ven cómo sus privilegios y chanchullos de clase se ven amenazados por una corriente que nace desde abajo, desde aquellos indignados de un ya lejano, pero no por ello olvidado, 15M, pasando por muchas otras crispaciones de los últimos años.
De Podemos me gusta su frescura, su organización en círculos, su capacidad para enamorar e ilusionar, su construcción participativa y participada de la realidad, su sueño en otra realidad y otra forma de participar porque la que conocemos se nos ha quedado corta, nos deja poco o nada satisfechos y estamos hartos de ver que quienes son la causa última del problema se presentan como salvadores y dueños de la solución.
De Podemos no me gusta, sobre todo, que se haya basado en una figura mediática sin poner en valor todo el trabajo de las bases. No me gusta que, cuando se jugaba el ser –no solo el parecer- en esa plaza de Vistalegre, se lo jugara a una carta equivocada y, según mi impresión, renunciara al discurso participativo por el de la efectividad y el pragmatismo (que, por otra parte, es el discurso de los mercados), reproduciendo asi los esquemas de los partidos tradicionales.
De Podemos me gusta que, en lo socioeconómico, plantee cosas que algunas personas y movimientos llevan años, décadas, pidiendo y que a otros (a los que aludía más arriba) nunca les han gustado y nunca han compartido: auditoria de la deuda externa (no solo de nuestro país) para pagar solo aquello que sea legítimo; banca en manos de la ciudadanía; democratizar la economía para salir de la crisis mejorando la equidad, el bienestar y la calidad de vida; reorientación de la política económica hacia el gasto social; renta básica ciudadana; elaboración de presupuestos participativos (que, si bien no es novedoso, sí lo es intentarlo a nivel estatal, más allá del municipio); etcétera. Como digo, nada que no lleven ONG y otros movimientos reivindicando y gritando día tras día, año tras año. Y esto no pone en peligro nuestros ahorros, como decían los de Libertad Digital; o, al menos, no los pone en peligro de manera muy diferente a como los seguidores de la doctrina neoliberal nos los han puesto hasta ahora.
De Podemos no me gusta que este “documento de referencia” (que no programa), como ellos lo llaman, haya sido encargado a dos personas -con gran bagaje técnico, eso sí- y no se haya valorado en la misma medida el trabajo de círculos ciudadanos que trabajaban también en la elaboración del programa económico.
No pienso llevarme mis ahorros fuera. Bueno, pensándolo bien, ya los llevé. Cuando Fiare no era aún del todo parte de Banca Popolare Etica y se estaba preparando la integración, yo tenía una cuenta en Italia, con algo mas de 1.000€. ¡Feliz año 2015!