Como siempre, los EEUU eligen el camino pragmático. Grupos religiosos, pastores, religiosas y rabinos no se limitan a llamar a las conciencias para la defensa de la creación, sino que deciden pasar a la acción. Las Sisters Servants of the Immaculate Heart of Mary, por ejemplo, han reestructurado su convento en Monroe, Michigan, según los más modernos criterios de la bioconstrucción: instalación geotérmica de calefacción y refrigeración, aislamiento y eficiencia energética, filtro y reciclaje de aguas residuales, reutilización de materiales y piezas. Todo en el máximo respeto de la arquitectura original. Una restauración de 58 millones de dólares, durante dos años, que el American Institute of Architects ha puesto en lo alto de la clasificación de los proyectos verdes. Y que ya ha hecho ahorrar a la congregación 200.000 dólares en energía.
La historia empezó en el año 2.000. Cuando después de medio siglo de honorable servicio, las instalaciones del convento de Monroe empiezan a chirriar. A la vez, parte de las 200 hermanas que ocupan los 35.000 metros de la estructura tiene una edad media de 86 años.
Para las religiosas es el momento de la elección: construir de cero o adaptar la casa madre a los tiempos actuales y a las nuevas exigencias de sus habitantes. Se necesita un mayor confort pero también contener los gastos. Para la congregación es también una ocasión para repensar su propio estilo de vida y el impacto ambiental sobre la Tierra. De este modo las hermanas deciden dejar a las generaciones futuras una señal tangible de su misión de amor y de paz, un gesto que encarne su compromiso por una vida sostenible, un estilo de vida que satisfaga las necesidades actuales sin comprometer las mismas posibilidades a futuras generaciones. Optan entonces por la restauración ecocompatible porque la consideran la única elección moral de cara al futuro. La sostenibilidad social, ambiental y económica es para ellas “la obligación moral del siglo XXI”. El sufrimiento de la tierra -escriben- está íntimamente conectado con la pobreza global, con la violencia y la opresión. Invertimos nuestros esfuerzos y nuestros recursos en la construcción de una comunidad sostenible, atenta a no dilapidar y dispuesta a ahorrar, a renunciar, a transformarse, para dar espacio a otros.
Las obras empezaron con una operación de recuperación de todos los materiales y mobiliario susceptibles de ser reciclados. Siguieron las demoliciones internas, la remodelación de algunos espacios, la sustitución de instalaciones con las más avanzadas soluciones a eficiencia energética. Antes de cualquier adquisición controlan el impacto ambiental de materiales y productos. El proyecto no se para en los muros del convento, sino que se extiende a todo el campus de la congregación: 100 hectáreas de terreno, cultivadas o no, ocasión nuevamente para reflexionar y proteger la biodiversidad, el bosque centenario…
Los resultados de una lección aprendida día a día, puesta en práctica por la congregación desde las más pequeñas acciones se expresan así: 690 árboles salvados y protegidos, 37 toneladas de papel reciclado, un ahorro energético suficiente como para alimentar 84 casas durante un mes, y un corte en las emisiones que equivale a parar 91 coches durante un día. Además del ahorro en las facturas de electricidad, un programa de reciclaje para cartuchos de impresoras ha traído 2.200 dólares en 18 meses. Se añaden las entradas del reciclaje de periódicos y revistas, papel de oficina y 65 dólares por la recuperación de móviles. En resumen, el negocio sostenible funciona, la renovación paga.
En la web una congregación interconfesional aconseja objetos ecológicos. www.iterfaithpower.org
Y para las congregaciones con intención de hacer algo más, www.energystar.gov/index.cfm
(*) Traducción: Merche Mas