En nuestro hospital tenemos, quizá porque es uno de los más antiguos, la capilla más hermosa de todos los hospitales de Bizkaia.
Es un lugar amplio, con bastante luz, que le llega de ambos costados. Como todo está terminado en madera, da una sensación de acogida y bienestar, como para estar a gusto un buen rato.
En la entrada de la capilla nos encontramos con un buen panel de fotos y una leyenda en las paredes, fotos y leyenda que rezuman historia, nada menos que 50 años hace que fueron realizadas. Hacen referencia a la fiesta que se realizó en aquella época con motivo de la recepción en Lourdes de una imagen de la Virgen de esta advocación y su posterior traída hasta el hospital desde la basílica de Nuestra Señora de Begoña, patrona de la villa.
Un poco más adelante -y situada sobre la pared izquierda- se encuentra la imagen de Cristo en la cruz. Una preciosa talla de madera de más de dos metros de altura y que impresiona al mirarle fijamente a los ojos. Ojos de Jesús que te llaman a acogerle con respeto y adoración.
Frente a esta imagen se encuentra un banco con su reclinatorio que, unas veces de rodillas y otras sentadas, acoge en sí a un buen número de personas que se van sucediendo por intervalos con actitudes de oración expresada unas veces con calma, otras con lloros, otras con un silencio de acogida. ¡Es un lugar de oración!
La pared del fondo, situada tras el altar, muestra una pintura muy curiosa. Data de 1948 y está elaborada por un pintor famoso de aquella época: Urrutia.
A mí me resulta muy entrañable, pues en ella aparece San Francisco de Asís, el que dio a luz a nuestra familia franciscana. Aparece Francisco de rodillas y, al fondo, una población que pudiera muy bien ser la de Asís. Francisco está arrodillado ante Jesús, que aparece con la Cruz apoyada en su pierna izquierda. Al lado de Jesús se encuentra Santa Marina, rodeada de ángeles –mujeres e infantes alados. La pintura de referencia está bastante deteriorada, no hay recursos para repararla, pero ¡vendrán tiempos mejores!
Hace unos dos años acordamos, con mi compañera Carmen, el poner música de fondo desde la sacristía y mientras estamos en el Hospital. Esta novedad va resultando, pues hay más gente que se acerca a la capilla.
Cada una de las personas que acuden a la capilla sabrá lo que le lleva a este lugar, pero nuestro deseo es seguir haciendo lo mejor posible las cosas para que este lugar sea el más acogedor del hospital.