Toma de conciencia: ¿Cómo conocerme?

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No busques la paz fuera de ti, está en tu interior. Hemos pasado de esa sensación de intranquilidad y de búsqueda de la que hablábamos en las primeras moradas, a una toma de conciencia. ¿Qué sentimos? Es momento de atreverse a ponerle nombre a nuestros sentimientos y emociones. ¿Dónde estamos? ¿En qué nivel de satisfacción de nuestras necesidades vitales nos encontramos? ¿Cómo llegar a conocerme real y sinceramente?

…”De los que ya han entendido lo que significa no quedarse en las primeras moradas… mas no tienen aún determinación para dejar de estar en ella…

Se nos presenta aquí un nivel de búsqueda de nuestro interior, nada halagüeño, porque en absoluto es un proceso fácil o agradable. Es un encuentro con nuestra “vocecilla interior”, con esa muñequita de bolsillo de la que nos habla Clarisa Pinkola. Es la recuperación de nuestra intuición como herramienta de iniciación en nuestro conocimiento. Y, una vez escuchada esta voz por primera vez, será imposible acallarla. Las personas creyentes la llamamos Dios. El resto del mundo puede quedarse con la denominación que desee. Su esencia es su permanencia en nosotros, gracias a la cual se nos hace posible conocerla, escucharla, entenderla… y, en ocasiones, seguirla.

Estas almas, dice la Santa, “tienen más trabajo, porque están escuchando esa voz interior que les induce a la acción, pero no terminan de seguirla del todo”. Esa voz que no deja de “susurrarnos al oído”, “no nos deja de llamar para que nos acerquemos… Esto es más trabajo que no oír”.

Y es en este diálogo con nuestra Intuición, cómo vamos ensanchando nuestras vías de conocimiento. Nuestros ojos se dilatan, nuestros oídos se desentumecen, nuestra piel se nutre y se expande… y con todos nuestros sentidos somos capaces de ir captando minúsculos latidos de nuestro ser más profundo. Aceptamos nuestra capacidad y nuestra limitación. Aceptamos lo que somos y lo que aún nos falta por ser; asumimos nuestra necesidad de aprender, de crecer, de ahondar, de sentirnos parte de algo grande, inmenso.

Con palabras que oyen a gente buena y sermones o con lo que leen en buenos libros y cosas buenas que habéis oído…o enfermedades y trabajos y con una verdad que enseña en aquellos ratos de oración…aquí está el entendimiento más vivo, y las potencias más hábiles”.

Pero que estos pequeños logros de nuestra alma no nos engañen. No hemos hecho más que iniciar el proceso. Nos faltan muchos peldaños más, muchos pasos más, muchas encrucijadas, y muchas decisiones que tomar que, con toda seguridad, nos invitarán a dejar cosas en el camino. ¿Cómo saber que vamos bien orientados? “Comenzar sobre arena… darán con todo en el suelo”. ¿Cómo saber que estamos construyendo nuestra vida interior sobre pilares fuertes y no sobre arenas movedizas?
Las recomendaciones de nuestra mística avilesa son claras: fuera de ti, no busques la paz. Ella está en tu interior. Un mensaje repetido hasta la saciedad desde todas las confesiones religiosas y pensamientos “new age”. Pero, ¿nos lo creemos realmente?

Fuera de este castillo, no hallará seguridad ni paz; que se deje andar de cosas ajenas, pues la suya está tan llena de bienes, si la quiere gozar; que quien halle todo lo que ha menester como en su casa… si quiere no andará perdido… ¿Qué esperanza podemos tener de hallar sosiego en otras cosas, pues en las propias no podemos sosegar?… Paz, paz… que si no la tenemos y procuramos en nuestra casa, que no la hallaremos en lo extraño”.

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