
Cuando empecé en la Juventud Estudiante Católica (JEC) era un joven con bastantes inquietudes (religiosas y espirituales, sociales y políticas, culturales e intelectuales) y pensaba que podría desarrollar algunas de ellas en ese ámbito. Lo que no imaginaba es que el movimiento en el que me iniciaba a los quince años -y en el que permanecí durante gran parte de la década posterior- iba a dejar en mí algunas improntas decisivas para la vida posterior.
No tengo sino palabras de agradecimiento para las personas que me acercaron a la JEC y para las que posteriormente encontré y fueron determinantes en mi trayectoria en la misma. Me transmitieron el legado al que se hacía referencia en la conmemoración reciente del LXXV aniversario del movimiento. Atendiendo a la petición que me han hecho, en estas líneas me concentraré en mi condición de profesor de secundaria durante más de treinta años, así como en la de animador cultural y de pensamiento, otra faceta a la que he dedicado gran parte de las energías que me restaban más allá de las labores profesionales o la tarea educativa con jóvenes fuera del instituto.
No tengo sino palabras de agradecimiento para las personas que me acercaron a la JEC y para las que posteriormente encontré
La pedagogía de la acción-reflexión y la espiritualidad de la Revisión de vida no solo han sido determinantes en mi trayectoria cristiana y en mis opciones eclesiales, sino que han impregnado los planteamientos educativos y culturales en los que me he embarcado. Expresión de ello son el vínculo con estudiantes, profesorado y ciudadanía en general; asimismo, lo son las sinergias y colaboraciones continuadas en el tiempo, tanto en el IES Cairasco de Figueroa de Las Palmas de Gran Canaria como en distintos proyectos de innovación y redes educativas. Finalmente, la labor desarrollada con personas y colectivos desde el Aula Manuel Alemán de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria y otras plataformas de diálogo fe-cultura, pensamiento crítico, reflexión filosófica y teológica y de colaboración interdisciplinar, ante todo en Canarias.
La JEC potenció en mí cierto talante personal de escucha, cercanía a las personas, respeto a sus procesos -en el ámbito individual y grupal- capacidad de análisis, actitud realista y esperanzada y determinadas opciones de compromiso y transformación de la realidad desde los intereses de las personas más desfavorecidas. La impronta conciliar y las dinámicas teológicas liberacionistas en las que se ha movido el movimiento, así como su cercanía a las pedagogías y el pensamiento crítico y emancipador, nos han dejado unas ópticas, actitudes y estrategias fundamentales también a la hora de afrontar la tarea educativa y reflexiva.
Comparto con exmilitantes jecistas la experiencia de tener asumidos e interiorizados muchos de los mejores planteamientos y herramientas con los que me he encontrado en mi tarea. La JEC nos ha enseñado a encarnarnos en el ambiente, partir de las necesidades de las personas y colectivos, analizar críticamente las causas de los problemas, discernir las mejores vías de solución no solo desde un punto de vista tecnocrático sino teniendo en cuenta una criteriología crítica y liberadora.
Me ha dado instrumentos diversos para ser capaz de adaptarme a situaciones y motivaciones (o carencia de las mismas) muy diversas, haciendo del aula un espacio de participación, colaboración y respeto que no fuera ajena a los problemas generales y a la necesidad de provocar el cambio de actitudes en aras a la tolerancia y la responsabilidad.
La JEC me ha dado instrumentos diversos para ser capaz de adaptarme a situaciones y motivaciones (o carencia de las mismas) muy diversas
La JEC no solo propició en mí la defensa de un determinado modelo de educación, sino el fomento de una organización escolar participativa, inclusiva y no segregadora, favoreciendo una escuela encarnada en el contexto social de nuestra tierra y nuestra gente, sin perder de vista la referencia a la universalidad. Finalmente, la JEC me ayudó a acompañar tanto a personas con inquietudes religiosas y espirituales como a aquellas que estaban en las antípodas de las mismas. He procurado fomentar no solo espacios de reflexión y trabajo no confesionales integrándome en plataformas laicas de todo tipo, sino también lugares para compartir y confrontar las distintas fuentes de motivación de cada cual.
Por otra parte, el movimiento ha contribuido a que entendiera la labor de pensamiento como una búsqueda existencial, con la indispensable interioridad que le es concomitante que debe ir unida a la responsabilidad con la historia y el mundo. Asimismo, nos legó dinámicas de trabajo intelectual en un marco de diálogo, pluralismo y tolerancia, así como la experiencia de creación de redes en las que colaborar con ideologías, perspectivas teóricas y opciones políticas diversas.
De la JEC recibimos la necesidad de promover las búsquedas personales, la coherencia con los propios principios y la opción decidida por el cambio social en orden a la igualdad y el respeto a la diversidad y el fomento de la paz y la justicia; presupuestos todos que, si bien no son los únicos que han de guiar al pensamiento y la educación, a mi juicio resultan ineludibles.
- La justicia social pasa por una justicia fiscal - 29 de mayo de 2023
- Gasto militar y belicismo en España - 23 de mayo de 2023
- Mujeres adultas vulneradas en la iglesia - 18 de mayo de 2023