
Hace tiempo me prometí a mí misma que nunca, nunca, los obispos me iban a marcar mi agenda.
Permítanme que me explique. Hace tiempo, cuando trabajaba en Manos Unidas, tuvimos nuestros dimes y diretes con la Conferencia Episcopal. Ahora no voy a entrar en cuáles eran los dimes y diretes, sólo les diré que hubo mucha gente que sufrió mucho, fuimos muchas las personas que dejamos Manos Unidas y algunas abandonaron la Iglesia. Yo fui de las que se marcharon y me situé en los márgenes de la Iglesia católica, convencida de que Dios es más grande que su Iglesia y convencida de que el principal mandato de Jesús fue el del amor y el de ser felices. También me hice una promesa: ser fiel a lo que pensaba y no dejar que los obispos marcaran mi agenda.
En los años que estuve de directora en esta revista, las personas del Consejo de Redacción me lo oyeron muchas veces, pero hoy no puedo más y voy a romper mi promesa.
Tenía pensado hablar de la fuerza del pueblo, del «Sí, podemos», con la alegría que me ha producido ver el triunfo de la marea blanca sobre estos manipuladores y vendedores de espacios públicos, pero voy a cambiar mi agenda -mi tema- y voy a hablar de dos obispos. Perdónenme mi incoherencia.
Monseñor Sebastián, recién nombrado cardenal, se ha permitido hablar de la homosexualidad como una enfermedad, comparándola con su colesterol. Y el obispo de Alcalá de Henares, Juan A. Reig Pla, que ya nos tiene acostumbrados a arremeter contra los homosexuales (quizá lo más llamativo fue cuando lo hizo desde un medio de comunicación público como es TVE) esta vez ha atacado al feminismo. http://www.europapress.es/sociedad/noticia-obispo-alcala-arremete-contra-feminismo-ideologico-ve-paso-deconstruccion-persona-20140122202013.html
No lo puedo entender. Dos personas que, en principio, deberían ser instruidas, cultas… deberían saber que los tiempos del Dr. López Ibor ya pasaron, que ahora sólo los países más atrasados y los que no respetan los derechos humanos, son los que consideran la homosexualidad como una enfermedad o como algo a perseguir.

A veces me pregunto qué les pasa por su cabeza, qué pasa por sus vidas. ¿Acaso existe en la Iglesia una homosexualidad reprimida que les hace atacar a aquellos y aquellas que se sienten libres, libres de aceptarse y mostrarse como son y como Dios los ama? Carlos Cabarrús, jesuita guatemalteco, en su libro Seducidos por el Dios de los pobres dice que mucho se ha hablado de la homosexualidad dentro de la Iglesia, de las congregaciones religiosas y que él, como maestro de novicios y acompañante en la fe de muchas personas, asegura que el número de homosexuales dentro de la Iglesia, es aún mucho mayor de lo que se dice.
Y yo me pregunto si no hay otras muchas cosas mucho más importantes de las que hablar en este momento en la sociedad. Están los desahucios, el paro, las mujeres asesinadas, los que no tienen cómo dar de comer a sus hijos, los ladrones banqueros (digan algo, monseñores, dediquen unas palabras a estos, que esto sí que tiene cura).
Quizá hay un deseo reprimido, quizá hay una envidia solapada… No tengan miedo, monseñores, en aceptarse como son: Dios les quiere y, si son un poquito más humildes, quizá nosotros también.
Promesa incumplida
Charo, cómo te entiendo y comparto rabiosamente tu indignación!
No me explico cómo además de permitirnos poner un grito ensordecedor en el cielo, – valga para más inri la expresión! -,no nos reímos de ellos en sus narices. Cuánta represión y culpabilidad hay en la intransigencia.
Cómo podemos seguir arrastrando cual estúpido Prometeo las ruedas de molino con que se esfuerzan en someternos!
Hay que reirse en sus narices y levantarles los faldones de sus vestiduras encubridoras de mal llevada frustración y desvarío…
Promesa incumplida
Ya sabes que les toca a los jerarcas salvaguardar el orden patriarcal, ese que nos expropia a las mujeres de nuestra sexualidad y nuestro cuerpo para hacernos sumisas y dociles. Y claro la hetreonormatización pasa por la sacramentalización del matrimonio heterosexual, no como la mejor unión posible, sino como la única que nos redime de tener cuerpo, deseo y receptores de placer del . Como la realidad es tan otra , como ya pasamos de miedos, pecados , culpas y castigos, solo les queda el insulto ahora que no es politicamente correcto mandarnos a la hoguera.
Gracias por publicar tu articulo.
Abrazos. Paloma
Promesa incumplida
Bravo Charo, te has despachado con contundencia, emoción y racionalidad. No tenemos otra, ese es el camino.
Promesa incumplida
Comparto y suscribo cada una de tus palabras. Es hora de echar del templo a quienes lo usan para vender sus mercancías, más si son mercancías envenenadas.
Un abrazo, enhorabuena por la coherente incoherencia
Dori
Promesa incumplida
Magnífico, Charo, clarito y al grano.
Enhorabuena
Promesa incumplida,
Muy de acuerdo con tu artículo, que comparto y que también me pregunto si no sería mejor que se ocuparan de las enfermedades como desahucios, paro, hambre, etc. Que a tantas personas les hace vivir indignamente y por tanto sufrir y dejaran lo que solo atañe a la intimidad de las personas para ellas.
Juana
Promesa incumplida
http://hispanismo.org/politica-y-sociedad/4482-homosexualidad-interesante-articulo-de-cesar-vidal.html
Promesa incumplida
Partes de una premisa falsa: ¿Cómo que los obispos no hablan contra los desahucios, la inmigración, el paro, la corrupción, la juventud…? Basta con leer las cartas pastorales que escriben: cada semana, CA-DA-SE-MA-NA hay algún obispo que habla sobre algo de esto.
Otra cosa es que los medios no lo «reboten», o que al leerlo, no te rebotes contra ellos y prefieras seguir «al margen» de la Iglesia.
Dios es lo más grande: más grande que su Iglesia, y más grande que todo lo que hay fuera de la Iglesia. No obstante, el mejor camino para encontrar su amor es en la Iglesia, que es donde vive de verdad Cristo Resucitado, en la eucaristía y los sacramentos. La Iglesia es pecadora, pero una pecadora que quiere ser santa, y que de hecho es santa porque su cabeza es santa y por la comunión de los santos.
Sobre los homosexuales, ni Reig ni Sebastián dijeron algo tan maniqueo, tan descontextualizado. La Iglesia, ya lo sabes, ama a la persona, la acoge y la acompaña, pero también anima a cambiar de vida a quien lleva una vida que lo aleja del plan de Dios. Criticar la homosexualidad es como criticar cualquier otro comportamiento que aleja del plan de Dios. Y eso no significa criticar a los homosexuales.
Promesa incumplida
Excelente tu artículo y comprensible la incoherencia que quizá no es tanta. Y me quedo con dos cosas con las que me identifico, «Dios es más grande que su Iglesia» o la que llamamos su iglesia porque me temo que a estas alturas ya no lo es y la indignación con esos obispos a los que no he escuchado alzar la voz contra la corrupción, el robo, la avaricia…
Y hago mía tu premisa, no permitiré que los obispos marquen mi agenda porque Dios es más grande que ellos.
Promesa incumplida
Ayy los obispos. Charo tu indignación la comparto. En este mi país hemos sufrido a algunos ejemplares más dignos de lástima que de rabia. Es un error juzgarlos desde los valores del evangelio porque simplemente no son cristianos. Su lenguaje es desde sus ideologías arcaicas y desde arriba. Lo que se vive abajo, les tiene sin cuidado. Y se cuidan de ser políticamente «correctos».