¿Azar, necesidad fruto de la crisis o campaña bien planificada? Con apenas una semana de diferencia, dos diarios europeos de referencia, nuestro El País y Le Monde, han publicado sendos y amplios reportajes cantando las excelencias de comer insectos. El periódico español habla de saltamontes y gusanos mexicanos; el francés, de moscas, termitas y escorpiones –entre otros- chinos. Y en ambos, tras el lógico enfoque exótico –hay que vender, al fin y al cabo-, late la misma escondida conclusión: los bichos son la solución ideal para acabar con el hambre en el mundo.
Unos 2,5 millones de personas en el mundo, principalmente en África, Asia y América Latina ya incluyen insectos en su dieta. Nosotros también podemos. Sólo tenemos que cambiar nuestros esquemas mentales y desechar el asco que nos producen. ¿Acaso no somos capaces de degustar viscosos moluscos crudos, incluso vivos, como las ostras o caracoles cocidos en su propia baba? ¿Qué problema hay con unas orugas del bambú secas, larvas de avispas al wok, libélulas con curry o cualquier otra de las 200 especies de insectos consideradas comestibles?
Aunque lo parezca, no es una idea de bombero. La FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) considera que el desarrollo de la “entomofagia” puede ser un buen sustituto futuro de la carne y el pescado. La mayoría de los insectos aportan los mismos elementos nutricionales –proteínas, lípidos, minerales- que la carne. O incluso más: las termitas, por ejemplo, son el segundo alimento con más contenido en hierro, después de las lentejas.
No hay que desdeñar las ventajas ecológicas. Su “cultivo” apenas necesita agua o energía, mientras que la cría de animales – para alimentación humana –cuyo pienso, dicho sea de paso, también puede componerse de insectos, sobre todo el de los peces- consume actualmente el 70 por ciento de las tierras cultivables y el 9 por ciento del agua dulce, y es responsable del 18 por ciento de las emisiones de gases con efecto invernadero.
Ciertamente, las especies exóticas, que hay que importar, pueden salir caras. Pero los productos estrella, según las investigaciones de la empresa china Yunnan Insect Biotechnologies, una de las precursoras de esta industria, están al alcance de cualquier país: la mosca común y el escarabajo. No solo los pueden comer humanos y animales, sino que su “cría”, con salvado de arroz, no contamina y sirve incluso para la industria farmacéutica: la quitina, principal componente de su caparazón, tiene más propiedades inmunitarias y antimicrobianas que cualquier lácteo “probiótico”.
Y, dado el ritmo al que se reproducen, su cultivo o su caza salen mucho más baratos y eficientes que, pongamos, alimentar a un cerdo en casa todo un año. En el etéreo mundo internetero, además, hay multitud de suculentas recetas con insectos. Anímense. ¡Y que les aproveche!
Insectos que matarán el hambre
Muy interesante, hay gran cantidad de aliemntos cuyas propiedades desconocemos. Gracias Fermín. Bea
Insectos que matarán el hambre
Sí. Muchas propiedades: alimento natural proteíco, bajo en calorías, barato y bueno para el medio ambiente… Pero para muchos, en este país, sería impensable incluir en su dieta alimenticia los insectos. Todavía.
Insectos que matarán el hambre
¿Se ha pensado en la ingestión de insecticidas que pueden haber sufrido algunos de los insectos que vamos a comer? ¿qué controles de sanidad pasarían estos bichos antes de llegar a nuestro plato?
Insectos que matarán el hambre
El tema me produce mucha curiosidad. Y por supuesto, a los restauradores que necesitan ideas para la «new cuisin». Gracias por el aporte.