Por fin vemos su rostro. Pese a lo que comúnmente habíamos creído hasta ahora, los mercados no son anónimos. Han tardado, pero ya han comenzado a dar la cara. Ellos o sus representantes. Tal vez todo estaba planeado. O tal vez no han tenido más remedio que salir a la luz. Parecía que, en medio del caos que nos venden, tenían todo controlado. Hasta que a un agobiado presidente de Gobierno se le ocurrió la peregrina idea de consultar a su pueblo, a sus electores, si les parecía bien que siguieran cargando sobre sus espaldas, aún más de lo que ya lo hacían, el peso de la crisis.
Y eso lo mercados no lo podían consentir. No fuera a ser que los griegos dijeran que no querían seguir pagando por los errores de otros y desbaratasen el tinglado. Los mercados ya tienen nombres y apellidos. Se llaman, por ejemplo, Lucas Papademos o Mario Monti. Vienen con la vitola de salvadores, “tecnócratas” (como si la palabra fuera aséptica y neutral) serios y preparados frente a los políticos volubles e incapaces. Los han calificado como “liberales ortodoxos” y llegan dispuestos a hacer lo que les manden. Son, en realidad, la voz de sus amos: los mercados.
Hoy, Papademos y, en unos días, Monti gobiernan sus países sin que sus conciudadanos les hayan votado. Ni siquiera se han presentado como candidatos. No ha habido elecciones. ¿Alguien se imagina qué dirían los estadounidenses, los franceses o los alemanes si sus presidentes o primeros ministros fueran elegidos por el democrático método del dedazo, ante la sumisión de sus respectivos parlamentos? Ni los griegos ni los italianos han decidido quién quiere que les gobierne. Y nadie ha puesto el grito en el cielo. Si Zapatero no hubiera convocado estos comicios, es muy probable que en España hubiera pasado lo mismo. Y tampoco hubiéramos dicho nada. Nos han asustado tanto que suspiramos porque vengan, cual caballeros blancos, a sacarnos del hoyo, aun a costa de machacarnos más. Lo demás ya no nos importa.
Hay quien dice que es una estrategia de Merkel y Sarkozy, que han dejado pudrir la situación en estos países para que los mercados no acaben devorándolos también a ellos. Al fin y al cabo, tienen elecciones en sus países a la vuelta de la esquina. Hay quien dice que si la crisis no se soluciona, no es por falta de herramientas, sino por intereses de esos mercados y quienes los respaldan. Y hay quien dice que, en España, venga quien venga a partir del lunes, falta lo peor. Y que ese próximo presidente de Gobierno elegido por los españoles acabará, si no se pone firme de verdad ante las ordenes de los mercados, como Berlusconi y Papandreu. Lean y elijan.
Los mercados dan la cara
Gracias Luis Fermín. Siempre tan clarividente. Nos están metiendo tanto miedo que tragamos con todo. Esperemos que esto acabe en algún momento
marmarcha
Que se mueran los mercados
Perfecto. Ya vemos cómo van cayendo las caretas. No te preocupes que los medios les van a lavar la imagen igual que hace Mister Proper con los suelos.
De todas maneras ¿cómo explicas que Monti haya nombrado ministro de Cooperación e Integración a Andrea Riccardi, fundador de San Egidio? Esto también forma parte del lavado de cara o es que a Riccardi se le ha ido la cabeza.
Con admiración
Que se mueran los mercados
A mí también me ha sorprendido lo de Riccardi, aunque sea ministro sin cartera y esté plenamente capacitado para el cargo. Supongo que lo ha pensado bien y creerá que puede aportar mucho tal como están las cosas, pero, a mi humilde juicio, es una metedura de pata, que compromete, además, a toda la comunidad de San Egidio. Tengo para mí que ésta es la cuota «vaticana» en el nuevo Gobierno, que se asegura el respaldo de la Iglesia oficial. Otra cosa será lo que el hombre, si sigue siendo el que ha sido, aguante mucho…
Un abrazo.