Palabras y gestos

Se ha nombrado a un nuevo papa y lo más comentado, lo que más ha calado en la opinión pública, han sido sus gestos. Su calzado, sus vestidos, sus ademanes han producido un sentimiento general de simpatía y de confianza. Algunos, más interesados, han rescatado alguna homilía o han escuchado la de la misa de entronización, pero han sido sobre todo los gestos los que han producido una corriente de simpatía hacia papa Francisco.

Se me ocurre pensar en su antecesor. Sus partidarios han afirmado siempre que era un gran teólogo, un intelectual. ¿Qué ha quedado de él en el recuerdo de los cristianos normales? Prácticamente el gesto de su renuncia al papado. En los años de su pontificado ha escrito tres encíclicas y dos libros. ¿Alguien sabría decir lo que dijo en ellas? Al final, su legado más importante parece consistir en un gesto hasta ahora inusitado.

Me vienen ahora a la memoria algunas figuras decisivas del siglo XX: Gandhi, Martin Luther King. Sus gestos, sus actitudes han sido decisivas para la historia de su tiempo. Sin duda también sus palabras -al menos algunas de ellas- pero las que perdurán en la memoria colectiva no son grandes construcciones intelectuales sino palabras profundas pero siempre sencillas, casi familiares: invitaciones al amor, al perdón, a la no violencia, a la fraternidad. Palabras veraces porque tenían en todo caso el correlato de las actitudes y de los gestos.

Teresa de Calcuta fue una persona admirada en todo el mundo. Alguna vez corren por internet algunas frases de su autoría pero, en definitiva, su recuerdo y su fama provienen de ser una mujer dedicada absolutamente a los más pobres.

No sé si de estas reflexiones puede deducirse que estamos en la era del fin de las palabras, víctimas de su propia inflación y cuando los gestos no solo valen por un millar de ellas sino que prácticamente las han sustituido.

Me resulta llamativo que, al hablar del papa Francisco, la pregunta que se oye a unos y a otros es: ¿y qué va a hacer ahora? No qué va a decir sino qué va a hacer. ¿No parece como si se estuviera diciendo: mejor que no diga nada, que haga? Da la impresión de que nadie espera alocuciones sino hechos o, por mejor decir, hechos que vengan acompañados de palabras cercanas y acogedoras. No solo porque el mundo no está ya por los grandes discursos sino porque, además, cada palabra puede volverse en contra de su autor. Benedicto XVI escribió un libro sobre la infancia de Jesús y la recensión de los medios se limitó a si en el portal de Belén había o no animales.

Llegados a este punto, puede argüirse que el cristianismo no vive solo de gestos sino de razones. Benedicto XVI insistió mucho en ello, sumándose a la mejor tradición de la Iglesia, que siempre quiso tener un diálogo con el mundo. No puede, pues, pasarse sin pensadores, sin ideas de calado. En definitiva, sin una teología.

Solo se me ocurre, en el marco de este artículo, ofrecer las siguientes sugerencias:

Los pastores deben ser sobre todo pastores. Son fundamentales, pues, los gestos que realicen en su tarea de acompañamiento. También han de hablar, sin duda, pero con palabras como las de Jesús: sencillas, cercanas, dirigidas al corazón. No discursos morales. Si de una vez por todas guardan silencio sobre preservativos, fecundación en vitro o células madre, mejor que mejor.

El diálogo con el mundo, las construcciones ideológicas, pertenecen a los teólogos. Sus palabras no estarán siempre al alcance de todos pero ofrecerán un marco, crearán un ambiente en el que los cristianos puedan a su vez pensar y vivir. ¿Por qué, por ejemplo, tratamos a los de otras religiones como hermanos si no es porque hubo teólogos que supieron argumentarlo?

Gestos primero, palabras sencillas que las avalen y elementos para el diálogo con el mundo. Si eso se produce, por fin podremos esponjarnos los católicos.

Autoría

  • Carlos F. Barberá

    Nací el año antes de la guerra y en esta larga vida he tenido mucha suerte y hecho muchas cosas. He sido párroco, laborterapeuta, traductor, director de revistas, autor de libros, presidente de una ONG, dibujante de cómics, pintor a ratos... Todo a pequeña escala: parroquias pequeñas, revistas pequeñas, libros pequeños, cómics pequeños, cuadros pequeños, una ONG pequeña... He oído que de los pequeños es el reino de los cielos. Como resumen y copiando a Eugenio d'Ors: Mucho me será perdonado porque me he divertido mucho.

3 comentarios en «Palabras y gestos»

  1. Palabras y gestos
    Muy bueno, como acostumbra.

    Con palabras sencillas, (no ampulosas ni etéreas) y reflexionando siempre sobre la realidad más próxima, Carlos Barberá sabe acercarnos a las esencias.

    Además nos ayuda a la introspección crítica para mejorar conductas y emprender acciones nuevas de carácter transformador.

    Y nos muestra suavemente el camino del compromiso con la realidad más inmediata.

    Gracias Carlos.

  2. Palabras y gestos
    Me gusta tu artículo y estoy totalmente de acuerdo en que el sentir general de los católicos es el de pasar de las palabras a la acción, a lo evangélico, al testimonio.

    Supongo que eres un padre marista. Yo no he tenido el gusto de conocer a los Padres Maristas pues me eduque en los Hermanos de la Escuelas Cristianas de la Salle. Y con posterioridad y por desgracia tope con una congregación religiosa que la Santa Sede no termina de eliminar de su iglesia «Los Legionarios de Cristo». Si estas al tanto de la envergadura de los escándalos de dicha congregación y por añadidura del escándolo que ha producido en todos nosotros la aparente pasividad de la Santa Sede, podrás deducir que se ha despertado en muchos de nosotros un espíritu critico que hasta entonces era impensable.ç

    Personalmente he pasado, quizás radicalizado, al evangelio !que cosa mas rara en un católico!, pues sí, es rara. Me he dado cuenta que hasta que nos escandalizaron vivíamos en un aburguesado cristianismo, comodo y ramplón.

    Esta iglesia nuestra dista mucho de la vida de ese loco llamado Jesucristo, dista mucho de su sencillez, de su acercamiento a los pobres, en definida de su deidad.

    Todo se manipula e interpreta al gusto, platos a la carta para continuar eternamente en ese cómodo aburguesamiento. Espero que este Papa Francisco pase a la acción, a la ayuda, a la hermandad, AL TESTIMONIO que tanto necesitan tantas almas.

    Podría escribir todo lo que me fluye incesante sobre el cambio imperante que creo necesita esta iglesia y escribiría un autentico tratado, pero sería muy largo.

    Me encantaría saber su opinión al respecto, aunque fuera en privado.

    Un abrazo
    edherrero@pb2000.es

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