La recuperación de la Memoria Histórica no abre heridas: las cierra

Lourdes Herrasti, especialista en Memoria Histórica

Doctora en Historia y miembro del equipo de Antropología Física de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Lourdes Herrasti ha participado en centenares de exhumaciones de fosas de la represión franquista. Este verano publicó la tesis «Arqueología de la memoria: el método arqueológico aplicado a la historia reciente», un completo análisis de las 743 exhumaciones de fosas comunes de la Guerra Civil y de la dictadura franquista realizadas en España hasta 2018.

En Perú, una década después del fin del conflicto con Sendero Luminoso, se creó un Lugar de la Memoria que honra a las víctimas del conflicto y reconoce la responsabilidad del Estado en muchas de las atrocidades cometidas. ¿Por qué lo que los peruanos pudieron hacer en 10 años los españoles no lo hemos podido hacer en 80?

Esto tiene una explicación histórica: la dictadura franquista. 40 años de dictadura supusieron una ruptura con el pasado y el deber de silencio. El silencio obligó a mucha gente a no verbalizar o incluso llegar a olvidar las cosas que habían ocurrido. Por eso, la recuperación de esa memoria está costando mucho más de lo que debería.

El juez Baltasar Garzón, en su auto para investigar los crímenes del franquismo y la guerra civil, hablaba de 114.000 víctimas. ¿Le parece una cifra ajustada?

Es indiferente que sean 114.000 o 116.000. Son más de 100.000, una cifra suficientemente abultada como para que la gente vea la dimensión del problema.

Este verano publicó su tesis doctoral «Arqueología de la Memoria». Habla de unas 750 excavaciones que han recuperado los restos de unas 9.000 personas. Estima que cómo mucho conseguiremos recuperar 20.000 de esos cuerpos, ¿por qué?

Cada vez es más complicado encontrar las fosas, porque hemos perdido a muchos de los testigos y personas que conocían la ubicación de las fosas y porque muchas fosas han sido desbaratadas tanto en los cementerios como por las expansiones urbanísticas de pueblos y ciudades. De todas maneras, los restos de las 9.000 personas que ya hemos recuperado valen como testimonio de lo que ocurrió.

Según sus datos, el 89% de esas 9.000 personas eran civiles fuera del contexto de guerra, y la mayor parte trabajadores agrarios. Usted habla de “represión de clase y política”. ¿Se podría hablar también de genocidio?

Se podría hablar si nos referimos del pueblo español, pero no se trata de utilizar términos grandilocuentes. Lo que a mí me interesa es haber demostrado que más del 80% de la población represaliada era civil, que fue una represión de retaguardia, no el vocablo que lo describe. No podemos distraernos en esa discusión. Aunque sea importante, no es el objetivo final.

En cualquier caso, hablamos de crímenes de derecho internacional que nunca han sido juzgados.

Exacto, estamos hablando de personas detenidas en sus domicilios, encarceladas y hechas desaparecer. La desaparición es un crimen que no deja de tener vigencia, que no prescribe, que sigue cometiéndose hasta que los restos de la persona no aparecen.

El Gobierno acaba de presentar un anteproyecto de Ley de la Memoria Democrática. ¿Qué la parece? Algunos afirman que garantizará el derecho a la investigación de los crímenes de la represión franquista por primera vez en la historia. No sé si es tan optimista.

Es un paso adelante, un avance. Mejora la situación existente y es más ambiciosa que la anterior. Espero que se apruebe sin mucha oposición política. La Ley de 2007 generó una gran oposición y el PP la dejó sin efecto cuando accedió al Gobierno. Ojalá que ahora las cosas sean diferentes.

¿Cuánto de optimista es usted al respecto? La gente que se sigue apoyando a las políticas de memoria siguen diciendo que suponen reabrir una herida.

No es cierto en absoluto. No se abre una herida, si no todo lo contrario: se cierra. Los traumas que están abiertos y que se heredan generacionalmente, que este es un detalle del que la gente no es consciente, empiezan a sanar. Los políticos utilizan frases hechas, coletillas que han aprendido y que ni siquiera han pensado. ¿Qué heridas se abren? ¿La herida de la persona que no conoció a su padre porque tenía meses cuando le hicieron desaparecer? Esa herida estaba totalmente abierta.

No se si es justo decir que no se ha atrevido a derogar la Ley de Amnistía de 1977, el mayor obstáculo para el enjuiciamiento de los culpables de la represión, algo que, por otra parte, ¿tendría sentido en este momento, cuando casi todos han fallecido?

Bueno, pero la historia queda escrita. Aunque estos hombres no vayan a prisión, serviría para construir un relato histórico nuevo, en el que hay unas víctimas y unos victimarios.

Los intentos de enjuiciar a esos culpables, tras la defenestración del juez Garzón, han venido de fuera, principalmente de Argentina. ¿Cómo contempla el esfuerzo de la juez Severini por identificar a esos culpables de los que hablábamos?

Quizás no tendríamos tanto que juzgar lo que ha hecho la juez Severini, sino lo que no han hecho los jueces del Estado español.

¿Cree que la nueva ley va a facilitar las exhumaciones y aumentar el número de restos recuperados? Al final, esto dependerá también del presupuesto que se dedique a ello.

Creo que estamos ante la última oportunidad de localizar las fosas por lo que he dicho antes: los que tenían información empiezan a no estar con nosotros. Hay que hacer un esfuerzo para exhumar el mayor número posible de fosas y de víctimas antes de que no sea posible localizarlas.

Transmite usted una sensación de es ahora o nunca.

Sí. Empezamos muy tarde y cuanto más tardemos en hacer esto, más tarde andaremos. Hay que acelerar el proceso.

Hablando de presupuesto, no deja de resultar curioso que sindicatos de electricistas noruegos pongan su dinero a disposición de las asociaciones de Memoria Histórica y el Estado no lo haya hecho durante muchos años.

Es bochornoso. Cuando alguien de fuera hace lo que no haces tú en tu casa, pone de manifiesto tu carencia. Yo he llegado a oír declaraciones de políticos del PP diciendo que tener un familiar desparecido era un beneficio económico porque se podían pedir ayudas para exhumarlo. Creo que es tan elocuente que no se necesita añadir nada más. Ahora, creo que también hay que destacar que autonomías como País Vasco, Cataluña, Navarra, Islas Baleares, Valencia han liderado el proceso de recuperación de restos y de documentación de la represión franquista cuando el Gobierno central dejó a cero el presupuesto de recuperación de la memoria.

Usted no es solo una teórica, sino una persona que participa a menudo en exhumaciones…

Bueno, de hecho, no soy una teórica. He participado en multitud de exhumaciones, desde la primera que se hizo con métodos científicos en León en el año 2000 hasta ahora. Luego, he hecho un análisis y un balance de lo que se ha hecho. No me considero una teórica para nada.

¿De dónde nace su compromiso?

Pues fue un poco por casualidad. Cuando se estaba planteando la primera excavación científica en el Bierzo, contactaron a Aranzadi como expertos en arqueología. Yo había hecho la carrera de Historia y desconocía todo esto. Y era licenciada en Historia. Nadie conocía la magnitud de lo que ocurrió. Estamos desenterrando nuestro pasado. No solo los restos de personas asesinadas, sino una historia que desconocíamos.

¿Qué se siente en ese momento, cuando uno está dentro de una fosa y empiezan a aparecer los restos de una persona represaliada 70 años atrás?

Es mucha emoción. Aunque te hayas vuelto un profesional e intentes mantener una cierta distancia, porque si no esto tendría un precio emocional muy alto. Yo he excavado yacimientos históricos de la prehistoria o de la Edad Media, pero no tienes la misma relación emocional ni con los restos ni con las personas que están en tu entorno.

Usted ha dicho que las exhumaciones recuperan dignidades. Lo habrá explicado miles de veces, pero, ¿podría hacerlo una vez más para los lectores de Alandar?

Bueno, no sé si recuperamos dignidad, porque los que fueron asesinados no la perdieron. Lo que recuperamos son identidades, historias y la dignidad que aporta todo eso. Creo que no recuperamos dignidad, porque la dignidad ya estaba ahí. Creo que, simplemente, la ponemos al descubierto.

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