
Retomo mi turno de palabra, en esta ocasión para compartir parte de las reflexiones y aprendizajes que se agolpan en mi cabeza y mi corazón en este último tiempo, por la nueva etapa vital en la que nos adentramos mi esposo y yo. Nuestra familia crece.
Como supondréis, es uno de los momentos más felices e ilusionantes de mi vida, pero también es una etapa crucial de cuestionamiento, de búsqueda, de deconstruir, de escoger, de posicionarnos… de crecimiento.

Kike y yo somos cristianos y compartimos el compromiso crítico y activo con la realidad, lo que nos hace plantearnos constantemente cómo integrar modos alternativos de estar en el mundo, que pongan a las personas, la naturaleza y la justicia en el centro. Además, ambos somos educadores (personal y/o profesionalmente) y vivimos la educación y la formación como un pilar fundamental en esa transformación del mundo que perseguimos y en nuestro proyecto de vida y de familia. Dicho esto es fácil suponer que la preparación para el maravilloso regalo que es tener nuestra primera hija (¡Olivia!) nos resultaba fundamental a ambos, pero no imaginábamos hasta qué punto.
Es mucho lo que quisiera compartir y amenazo con hacerlo más adelante, pero seré ordenada y me concentraré en el principio.
El embarazo: tiempo de espera, cuidados y preparación

Durante los primeros meses en los que solo quieres saber que todo está bien, recibimos muchos mensajes, todo el mundo opina, te dicen muchas cosas, a veces contradictorias, sobre el embarazo, sobre el cambio en nuestra vida, cómo deberíamos organizarnos, de todo un poco. Estábamos tan felices y confiábamos tanto en nuestras posibilidades, en lo que ya habíamos construido como pareja, que lo vivimos con mucha calma, escuchando, soñando despiertos y emocionándonos con el milagro de la vida.
La primera en aterrizar en la tierra fui yo. Tenía ganas de saber más, de abrir la puerta a esta nueva aventura a ver qué es lo que me encontraba. Y empecé por el embarazo y el cuidado de esa personita que crecía en mi interior. Necesitaba más información, conectar con lo que me estaba pasando y favorecer lo que estuviera en mi mano para que todo fuera bien.

De un tiempo a esta parte de mi vida, me he empezado a cuidar de verdad, a conocerme, respetar y entender mi cuerpo y mi persona de manera integral a través de la medicina más natural, en concreto la homeopatía. Así conseguí estar bien, preparada en este mundo de locura para poder ser mamá.
La medicina tradicional hace tiempo que me tenía bastante decepcionada, dolencia igual a tratamiento igual a química, qué hay detrás no importa, es impersonal y con el embarazo no ha sido distinto. Matrona, revisiones ginecológicas, todo correcto, agradable, seguro, pero sabe a poco, es como un trámite, hay que seguir los pasos, poner sentido común y ya está. ¿Pero hay algo más personal que la reproducción de la vida? La pena es que mucha gente se queda ahí, que pase pronto, sin que me condicione mucho.
Así es nuestro sistema, está todo industrializado, las etapas vitales se convierten en procesos a superar por el individuo, vamos cumpliendo pautas, una tras otra y, aparentemente, es hasta cómodo, pero bastante antinatural. Nuestro modelo de desarrollo no valora lo reproductivo, los cuidados necesarios para el sostenimiento de la vida son invisibles y gratuito, frente a lo productivo, a lo que genera dinero. ¡El mundo al revés! Y lo tenemos tan integrado, que se asume que es lo normal, por lo que se delegan e incluso abandonan muchos cuidados. Hay que deconstruir bastante para descubrir este sinsentido de sociedad que no deja tiempos y espacios para lo importante, cuidarnos y cuidar a nuestra gente, el entorno y el planeta.

¿Hay alternativas? Kike y yo, como he dicho antes, creemos que sí, siempre y, cómo no, en el embarazo y la crianza tocaba descubrirlos.
Desde que vimos a Olivia por primera vez, una experiencia indescriptible, iniciamos nuestra vida con ella. Al principio no poder nombrarla por no saber el sexo se nos hacia duro (intentad utilizar un lenguaje inclusivo con un bebé), necesitábamos reconocer su identidad y acompañarla o acompañarlo desde ahí. Hay quien no quiere saber el sexo o no decide el nombre hasta el nacimiento. Es igual, lo fundamental es iniciar esta relación con el/la bebé cuanto antes, lo es para su desarrollo, pero también para la familia que se está gestando simultáneamente. Lo he visto en mi entorno, parece que todo empieza con el parto, pero a esas alturas ya no hay tiempo para reflexionar ni asimilar.
A entender esto nos ayudó mucho mi homeópata, animándonos desde el principio a la comunicación y estimulación de nuestra pequeña: música, olores, experiencias satisfactorias. Además nos abrió los ojos a asumir que todo lo que vivo se lo transmito a Olivia, estado de ánimo, rutinas, alimentación, sobreexposición a químicos, poco contacto con la naturaleza, saturación de todo lo electrónico, etc. ¡Madre mía! una lista larguísima de cuidados para las dos que cuando te paras a pensar tiene sentido, pero ni te lo planteas. Lo genial es que nos ha ayudado a seguir dando pasos para incorporar hábitos más saludables y respetuosos con nosotros y el entorno.
Otro de sus consejos clave fue el yoga. Ya me había insistido antes del embarazo pero ahora, sí o sí, debía priorizarlo. Así que me puse a buscar y tuve la «suerte» de encontrar mucho más que yoga para embarazadas, un centro especializado en embarazo, preparación al parto, recuperación posterior y crianza, cuyo lema es “Celebrando la vida”. ¡No me lo podía creer, justo lo que necesitábamos!
La experiencia está siendo fantástica, la oferta es muy amplia y los tres tenemos nuestro espacio, con tiempos de cuidados y formación, de compartir con otras mujeres y parejas, de reflexionar, resolver dudas… en definitiva, de prepararnos como familia desde la libertad, el respeto y el afecto.
Entre todo ello, he de destacar sin duda el curso de preparación al parto con un grupo de parejas más reducido, que está pensado para perder el miedo, conocer la realidad del parto y romper con las ideas socialmente establecidas. Para que confiemos en nosotros y en la naturaleza que nos apoya, saber cómo puede ayudarme y acompañarme Kike, favorecer el proceso y también integrar la realidad actual hospitalaria, que empieza a superar tímidamente los partos mecanizados y a dejar hacer a la naturaleza, cuando sea posible y la pareja esté en esa disposición. En fin, eso ¡y mucho más! Nada que ver con la preparación actual de los ambulatorios, aunque habrá de todo, espero.
Como allí nos dicen, se trata de coger una caja de herramientas lo más completa posible -que luego será lo que tenga que ser- y no hay que frustrarse, pero al menos lo viviremos como la fiesta que es, en la que hemos puesto mente y corazón.
Dios quiera que todo vaya bien, por nuestra parte habremos hecho cuanto podíamos, y estamos felices por ello, con mucha confianza y agradecimiento. Seguiré compartiendo con vosotros y vosotras nuestra experiencia, aprendizajes y reflexionando en voz alta, en unos meses, si Olivia me deja.
En voz alta…
enhorabuena y mil gracias por compartir vuestro proceso vital, precioso.
compartimos muchas cosas, causas y sentimientos, desde estás líneas deseo de corazón qué todo os vaya bien a los tres.
es posible equivocarse cuando vivimos por y para educar hombres y mujeres libres y cierto es qué con empeño e inquietud por mejorar es más sencillo no volver a hacerlo.
sed felices en la espera y dichosos cuando conozcais a Olivia. gracias de nuevo, ojalá «pueda» seguiros de cerca.