
Estamos en enero de 2015. Si las cuentas no fallan hoy debería haber en el mundo la mitad de personas viviendo en extrema pobreza que hace 15 años, cuando se firmó la Declaración del Milenio en el año 2000 y se establecieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Lo cierto es que, aunque hoy haya 700 millones menos de personas viviendo en pobreza extrema que en 1990, desgraciadamente la erradicación de la pobreza aún nos queda lejos. Aunque Naciones Unidas sea optimista en su último informe sobre el cumplimiento de los ODM, son muchas las voces críticas que afirman que la agenda de desarrollo no se ha cumplido y las metas están lejos de ser alcanzadas para gran parte de la población del planeta mientras los logros de algunas regiones suben la media estadística para realizar el cómputo de datos. Si bien es cierto que la lucha contra la pobreza en algunos de sus aspectos ha obtenido grandes logros, no podemos afirmar que las metas planteadas por los ODM se hayan cumplido en el plazo previsto ni que el empeño de los líderes mundiales por hacerlas cumplir fuera la prioridad en la agenda política de los países desarrollados.
Cuando en el mundo de hoy una de cada ocho personas sigue pasando hambre no debe haber cabida para muchas celebraciones, más bien para reflexiones sobre el trabajo realizado y lo mucho que queda por hacer.
En septiembre del año 2000 la comunidad internacional, representada por 189 jefes de Estado y de gobierno, se dotó de unas metas para avanzar en la erradicación de la pobreza a nivel mundial. Ocho objetivos relacionados con la pobreza extrema y el hambre, la enseñanza universal, la igualdad de género, la mortalidad infantil, la salud materna, el VIH, el paludismo y otras enfermedades y la sostenibilidad ambiental. Todo ello unido a un último objetivo que fomentara una asociación mundial para el desarrollo, donde los países más ricos asumieran su parte de responsabilidad en la situación de las personas más empobrecidas y trabajaran por un sistema comercial y financiero más justo, una deuda externa sostenible y el acceso a los medicamentos y las nuevas tecnologías de los países con menor nivel de desarrollo.
Los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio
1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
2. Lograr la enseñanza primaria universal.
3. Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer.
4. Reducir la mortalidad infantil.
5. Mejorar la salud materna.
6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades.
7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Cada uno de los ocho ODM lleva aparejadas una serie de metas y unos indicadores que hacen posible medir su alcance. Aquí es donde comienzan las dudas sobre lo conseguido, no sólo en la forma de medir, sino en las grandísimas diferencias que se dan entre regiones. Sin duda, África subsahariana es la región del planeta donde menos avances se han obtenido, seguida de Asia occidental. Por el contrario, hay regiones que han experimentado grandes cambios en las últimas décadas mejorando considerablemente sus índices de escolarización, de acceso al agua potable y saneamiento y el descenso de la mortalidad infantil. Entre ellas están el norte de África, Asia oriental -principalmente China- y América Latina y el Caribe. Aunque los resultados globales de los ODM se presenten insuficientes para todo el mundo, no cabe duda de que muchos países han avanzado en su camino para dejar atrás la pobreza y mejorar las condiciones de vida de muchas personas.

El pasado mes de julio Naciones Unidas presentaba el último informe sobre el cumplimiento de los ODM, con un planteamiento optimista en cuanto al avance hacia las metas, pero con una llamada de atención a los países donantes en cuanto a los aportes a la Ayuda Oficial al Desarrollo -AOD- y a la voluntad política para conseguir realmente lo propuesto. En Madrid, la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, Ertharin Cousin, planteó que “la comunidad internacional posee las soluciones, la capacidad y las herramientas y, con voluntad política, convertiremos en realidad un mundo con hambre cero”. Estas palabras, durante la presentación del informe, las pronunció delante de Gonzalo Robles, secretario general de Cooperación Internacional para el Desarrollo, en un momento donde la contribución de España a la AOD se encuentra en mínimos históricos, ya que, desde 2011, ha sufrido un recorte presupuestarios del 74%, alejándose cada vez más del 0’7% propuesto por la ONU.
Al cumplirse el plazo establecido desde las organizaciones sociales, como la Plataforma 2015 y más, que presenta anualmente un informe con su estudio sobre la consecución de los ODM, se hace un balance claramente insuficiente para la agenda internacional que han supuesto los Objetivos del Milenio. Pero, aun sin lograr todos los objetivos, se constatan logros relevantes que, sin duda, han significado un cambio sustancial para millones de personas.
Logros conseguidos, ODM mejorando el mundo
El ODM1 -erradicar la pobreza extrema y el hambre- se propuso como meta inicial reducir a la mitad el porcentaje de personas viviendo en extrema pobreza. Este es, sin duda, el “ODM estrella”, ya que la proporción de personas que viven con menos de 1’25 dólares al día cayó del 47% en 1990 al 22% en 2010, por lo que se considera globalmente cumplido incluso antes de lo previsto. Sin embargo, las cifras se empañan con los desoladores datos del África subsahariana que, claramente, se ven compensados por los avances en este área de países como China o India, que han sido capaces de reducir el hambre en mayor medida entre su población.
En todas las regiones se han realizado avances relacionados con el ODM2 -lograr la enseñanza primaria universal- dado que ha aumentado el número de niños y niñas matriculados en la escuela, aunque este progreso se ha visto frenado en los últimos años tras un impulso inicial en la primera década. Aun así, no se puede dar por cumplido el objetivo, teniendo en cuenta que 126 millones de jóvenes en el mundo aún carecen de alfabetización básica.
Directamente relacionado con el ODM3 –promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer- está la meta planteada de eliminar la desigualdad entre sexos en la enseñanza primaria y secundaria. El aumento de matriculación de las niñas en primaria lo iguala prácticamente al de los niños; las diferencias se dan a medida que avanza el proceso educativo, en secundaria y en niveles de educación superior, donde la tasa de niñas y jóvenes sigue siendo menor.
La lucha contra el paludismo, la tuberculosis y el VIH/sida es uno de los avances en salud más destacables. Desde el año 2000 al 2010 se estima que la tasa de mortalidad por paludismo a nivel mundial disminuyó en más de un 25%, esto significa que se evitaron 1’1 millones de muertes. Asimismo, desde los años noventa, los tratamientos con antirretrovirales han salvado 6’6 millones de vidas, según los datos de Naciones Unidas. Aunque la lucha contra los nuevos casos de VIH es una gran batalla en ciernes todavía, el ODM6 goza de un nivel de cumplimiento bastante adecuado.
Según señala el Informe 2014 sobre ODM de Naciones Unidas, en 2010 la proporción de población con acceso a fuentes mejoradas de agua potable llegó al 89%, cuando en 1990 era del 76%. Esta es una de las metas planteada por el ODM7 –garantizar la sostenibilidad del medio ambiente- que, en lo relativo al acceso al agua, sí que ha cumplido lo previsto. Sin embargo, el ODM7 recoge otras metas que están muy lejos de ser cumplidas.
Retos no superados: ODM incumplidos
Si el acceso al agua potable era una de la metas del ODM7, también lo era acceder a saneamiento y a la habitabilidad básica. A día de hoy todavía mil millones de personas defecan al aire libre, con los problemas de salud y ambientales que eso conlleva.
Y relacionado también con el ODM7 está uno de los grandes fracasos de esta agenda internacional: lejos de reducirse, las emisiones de CO2 a la atmósfera han aumentado casi el doble y la respuesta ante el cambio climático no llega, mientras la deforestación avanza. Tal y como se ha demostrado en la Cumbre sobre Cambio Climático de Lima (COP20) en el mes de diciembre, con el poco ambicioso acuerdo sobre reducción de emisiones, los líderes mundiales no están preocupados por las causas del calentamiento global ni por los muchos países vulnerables que ya sufren sus consecuencias en forma de fenómenos climáticos extremos (sequías, inundaciones, etc.)
A pesar de que la mortalidad materna es, en gran medida evitable, casi 300.000 mujeres murieron en 2013 por causas relacionadas con el embarazo y el parto. Los avances en este campo han sido grandes, ha crecido la tasa de atención prenatal y la asistencia sanitaria en el parto, pero ninguna región alcanza un cumplimiento satisfactorio del ODM5 –mejorar la salud materna-, menos aún en lo relacionado con el acceso a la salud sexual y reproductiva. Lo mismo sucede con la mortalidad infantil, ODM4: son enfermedades prevenibles, como la diarrea o la neumonía, las principales causas de mortalidad en menores de cinco años en el mundo. Aunque se está reduciendo la mortalidad infantil (cada día mueren 17.000 niños y niñas menos que hace una década) el ritmo no es lo suficientemente rápido como para haber alcanzado el objetivo de reducir en dos terceras partes la tasa de mortalidad en menores de cinco años.
Con respecto al ODM8 -promover una Alianza Mundial para el desarrollo- a la vista está que los últimos años, la excusa de la crisis económica ha servido a muchos países para recortar su aporte a la cooperación internacional. Sólo cinco países donantes alcanzan la cifra del 0’7% de AOD indicada por Naciones Unidas.
Y, ahora, ¿qué?
Los ODM no se han cumplido. Muchos de sus detractores dirán que eran unos mínimos en la agenda de desarrollo y que eran parciales y centrados en las consecuencias y no en las causas de los problemas, pero han supuesto una hoja de ruta, un consenso sobre lo que representa el desarrollo y sobre lo que la comunidad internacional aspira a conseguir. Han significado también una agenda internacional, un compromiso firmado sobre el que muchas organizaciones de la sociedad civil han hecho incidencia y han trabajado para exigir responsabilidades, ante la falta de voluntad política.
Antes de llegar a esta fecha, Naciones Unidas, los estados miembro y la sociedad civil, han estado trabajando en la Agenda Post 2015, que representa la continuación de los ODM en una nueva lista de tareas mejorada tras la experiencia. Estos son los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde tiene que quedar plasmado cuáles son las prioridades para luchar contra la pobreza y la desigualdad. El año 2015 será emblemático para la lucha mundial contra la pobreza, por un desarrollo equitativo y sostenible, con tres cumbres clave en solo seis meses. De ahí tendrá que salir la nueva directriz a seguir, las reformas que se basen en el derecho al desarrollo de todos los países y en garantizar los derechos económicos y sociales para todos. Terminar con la pobreza está al alcance, pero hacen falta las decisiones políticas que demuestren la voluntad de cambio.
Objetivos de Desarrollo del Milenio, llegamos a 2015. ¿Hemos cumplido?
En el artículo se viene a decir que el objetivo 1 se encontraría globalmente cumplido en 2010 al haberse reducido el número de personal que viven con menos de 1,25 dólares al día del 47% al 22%. Sin embargo, el valor de 1,25 dólares en 1990 es superior a su valor en 2010, por la inflación y el aumento de los precios, por lo que el umbral de pobreza extrema se debería haber elevado ¿Se tiene esto en cuenta a la hora de valorar el objetivo?
Objetivos de Desarrollo del Milenio, llegamos a 2015. ¿Hemos cumplido?
Efectivamente, David, la forma en que se realiza el cómputo de datos y cómo estadísticamente se ha cambiado la forma de medir lo que significa pobreza extrema es una de las críticas más claras que se hace desde la sociedad civil a la respuesta de Naciones Unidas, que sin duda utiliza los datos totales que son más favorables y no presenta las variables que planteas. Algunos organismos como la CEPAL plantean realizar la medición de pobreza extrema no en función del la moneda (1,25 dólares diarios) sino en base a indicadores de cada país relacionados con el poder adquisitivo para obtener la alimentación esencial («canasta básica») lo que daría unas cifras más adaptadas a la realidad. Desgraciadamente hoy todavía hay más de 1000 millones de personas en el mundo que viven en pobreza extrema.