Las personas desplazadas y refugiadas se cuentan por millones

Foto: Ahmed Akacha

Tanto las personas desplazadas como las refugiadas son igualmente vulnerables y su sufrimiento es inconmensurable

Se cumplieron los peores pronósticos referidos al número de personas refugiadas y desplazadas: según los datos que aparecen en el último informe publicado por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), titulado Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado en 2021, actualmente, las personas refugiadas y desplazadas superan los 100 millones. Son personas que huyen de la violencia en sus diversas formas -guerras, violaciones de los derechos humanos, disturbios, desastres. Todo ello agravado por la actual situación de escasez de alimentos, la inflación y las consecuencias del cambio climático.

En dicho informe aparece el mapa de los nuevos “desplazamientos forzados” -referidos a personas refugiadas y desplazadas- en todo el mundo, a excepción de lo ocurrido en Ucrania a principios del presente año: más de siete millones de personas desplazadas y más de seis millones refugiadas, “una de las crisis que ha ocasionado el mayor desplazamiento forzado desde la Segunda Guerra Mundial y la más rápida”, según el informe.

Filippo Grandi, responsable de ACNUR, se muestra desbordado ante la situación actual, agravada por las consecuencias de la guerra de Ucrania y afirma al respecto que “la respuesta internacional a las personas que huyen de la guerra de Ucrania ha sido abrumadoramente positiva, pero necesitamos una movilización similar para todas las crisis del mundo, aunque la ayuda humanitaria es un paliativo, no una cura, las únicas respuestas son la paz y la estabilidad”.

Paralelamente al informe de ACNUR, el Instituto Mundial sobre Desplazamientos Internos (IDMC por sus siglas en inglés) ha publicado el Informe Mundial sobre Desplazamiento Interno 2021 en el que aparecen los datos acerca de los millones de personas desplazadas, casi 60 millones, frente a los 55 millones en 2020. La mayoría de los nuevos desplazamientos han sido como consecuencia de los conflictos y la violencia, siendo la República Democrática del Congo, Siria y Etiopía los países más afectados. Sin olvidar los desplazamientos causados por desastres -ciclones, lluvias monzónicas e inundaciones- en Asia oriental y el Pacífico y Asia meridional.

El denominador común de ambos informes es el hecho de que, cada año, millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares por causas diversas, conflictos, violencia, desastres… El destino de esas personas, dentro o fuera del país que habitan, define el término “desplazada” o “refugiada”. Es decir, una persona desplazada es aquella que se ve obligada a abandonar su hogar, pero no cruza las fronteras de su país. Una persona refugiada es la que, además de dejar su hogar, cruza la frontera y va a otro país. “La mayoría de las personas desplazadas viven en países de ingresos bajos y medianos, víctimas de la desigualdad global, del fuerte aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y de las prácticas de desarrollo insostenibles”. La respuesta humanitaria eficaz sigue siendo fundamental, pero no es suficiente. Es necesario, además, “abordar los factores subyacentes del desplazamiento y cambiar nuestros enfoques tradicionales de gestión de desastres”, como se subraya en el informe del IDMC.

Desplazadas, refugiadas y olvidadas para la comunidad internacional

El hecho incuestionable es que tanto las personas refugiadas como las desplazadas son igualmente vulnerables. En una y en otra situación, el sufrimiento humano es, a todas luces, inconmensurable. En algunos países, nos encontramos a personas de ambos grupos. Así ocurre en la República de Chad, país en cuyo lago del mismo nombre, compartido por otros tres países, Níger, Nigeria y Camerún, se agolpan no solo personas chadianas desplazadas sino también personas refugiadas. Lo que fue uno de los mayores lagos del mundo, un mar interno en África, un edén, la descontrolada y creciente extracción de agua para regadíos y la drástica reducción de las precipitaciones están acelerando su extinción.

Actualmente, los conflictos provocados por Boko Haram contra la población civil han ocasionado el desplazamiento de miles de personas que intentan sobrevivir en las orillas del lago. Se trata de una de las crisis humanitarias más grave y olvidada, prácticamente, por la comunidad internacional. Por otra parte, cerca de Yamena, capital del Chad, se encuentran más de 60.000 personas refugiadas que huyeron de Camerún, víctimas de un conflicto entre pescadores y pastores -que compiten por los recursos cada vez más escasos- y del terrorismo islamista. Asimismo, en territorio chadiano se han refugiado personas procedentes de la República Centroafricana, de la República Democrática del Congo o de Sudán del Sur. El resultado es un mosaico humano difícilmente controlable cuya vulnerabilidad aumenta día a día.

Para Alejandra Bilak, directora del IDMC, “El desplazamiento prolongado jamás podrá resolverse si no se procuran unas condiciones sostenibles para que las personas desplazadas puedan retornar a sus hogares, integrarse a escala local o reasentarse en otro lugar.” Y subraya: “Para resolver los factores subyacentes que retienen a las personas desplazadas en ese limbo se necesitan iniciativas de consolidación de la paz y el desarrollo”.

Su respuesta es que “la comunidad internacional puede tomar medidas para redoblar esfuerzos con el fin de compartir responsabilidades y buscar soluciones duraderas, lo que podría revertir la tendencia actual y así reducir los niveles de desplazamiento de manera notoria. La tendencia actual es inquietante”.

Nuestra pregunta es si la comunidad internacional tomará tales medidas porque más de 100 millones de personas refugiadas y desplazadas en todo el mundo están a la espera de esa respuesta y urge darla.

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