Los datos que aparecen en el último informe «Tendencias globales. Desplazamiento forzado en 2022» confirman malas perspectivas para la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) con respecto al creciente número de personas desplazadas a la fuerza.
La lectura del citado informe (https://www.acnur.org/publicaciones/acnur-tendencias-globales-de-desplazamiento-forzado-2022), realizado con datos aportados por gobiernos, ONG y la propia agencia, no permite ni un brote de optimismo: 108,4 millones eran las personas desplazadas por la fuerza a finales del pasado año. Es más, en el momento de cerrar el informe (mayo 2023), desde ACNUR se señalaba que la cifra global de desplazamientos superaba ya los 110 millones de personas. Esa cifra engloba a personas refugiadas, solicitantes de asilo, desplazadas internas y se ha añadido una nueva categoría: “otras personas que necesitan protección internacional”. Para ACNUR se trata de “personas que se encuentran fuera de su país o territorio de origen por haber sido desplazadas a la fuerza que no son solicitantes de asilo ni personas en situación similar a refugiadas, pero necesitan protección internacional, acceso a servicios básicos de manera temporal o a largo plazo y requieren protección contra el retorno forzoso”. Se trata de casi 20 millones de personas desplazadas.
Los datos que aparecen en el informe de ACNUR no permiten ni un brote de optimismo: 108,4 millones eran las personas desplazadas por la fuerza a finales del año pasado
La mayoría de personas en situación de desplazamiento forzado proceden de países con renta baja y media y las causas que lo producen varían: persecuciones, conflictos, violencias, violaciones de derechos humanos, situaciones que alteraron el orden público, según se señala en el informe. Asimismo, se destaca el hecho de que en 2022 se asistió al mayor aumento de desplazados en un año (unos 20 millones de personas), motivado por la guerra en Ucrania que, a finales del pasado año, suponía ya más de 27 millones de refugiados.
En cuanto a las personas desplazadas internas -las que no cruzan fronteras internacionales, sino que permanecen en su propio país-, constituyen el 58% del total de los desplazamientos forzosos. La República Árabe de Siria tiene la cifra más alta: casi siete millones de personas.
Los desplazamientos internos a consecuencia de desastres suponen casi la mitad del total -en 2022, el 54%-. Debido a una tremenda inundación, Pakistán fue el país que soportó la mayor cantidad de personas desplazadas (8,2 millones). En Filipinas y China, los ciclones, las inundaciones y las tormentas tropicales causaron el desplazamiento de 5,4 millones y 3,6 millones de personas, respectivamente.
Se calcula que, actualmente, una de cada 74 personas en el planeta se ha visto forzada a huir fuera de su país o del territorio de origen.
PROPUESTAS DE ACNUR FRENTE A LOS DESPLAZAMIENTOS FORZADOS
Para la agencia de Naciones Unidas, las soluciones duraderas son una prioridad estratégica porque permiten que las personas refugiadas y las desplazadas internas puedan reconstruir sus vidas con seguridad y dignidad; sin embargo, tales soluciones son sólo una realidad para pocas personas, como se afirma desde la agencia.
Para ACNUR las soluciones duraderas permiten que las personas refugiadas y desplazadas puedan reconstruir sus vidas
En el caso de las personas refugiadas, para ACNUR las soluciones duraderas incluyen la repatriación voluntaria, la integración local y el reasentamiento en un tercer país. De hecho, los reasentamientos han ido en aumento en todo el mundo; sin embargo, paralelamente, ha ido creciendo el número de nuevas personas refugiadas. Según datos de ACNUR, en 2022, por cada persona refugiada que retornó o fue asentada, se contabilizaron 16 personas refugiadas nuevas.
Resulta muy difícil identificar soluciones duraderas por la falta de estadísticas fiables, apuntan desde ACNUR, y una de las causas, según afirman, es la gran dificultad que encuentran para recopilar los datos necesarios para elaborarlas.
Otra situación preocupante para ACNUR, a la hora de proponer soluciones, es la relativa a las personas apátridas o de nacionalidad indeterminada porque ningún Estado las reconoce como nacionales, la mayoría de las veces no tienen acceso a servicios esenciales y no ven reconocidos sus derechos humanos, tales como el derecho a la educación, a la atención médica o al empleo digno; asimismo, no pueden votar en las elecciones ni tampoco viajar. Se calcula que, a finales de 2022, casi 4 millones y medio de personas en todo el mundo eran apátridas o de nacionalidad indeterminada, 90.800 más que a finales de 2021.
Pocos han sido los avances encaminados a resolver la apatridia debido a la falta de datos, a pesar de los estudios cualitativos y cuantitativos realizados por ACNUR. Se necesitan mecanismos integrales de recopilación de datos y elaboración de informes que aporten una percepción más precisa del alcance de la apatridia en todo el mundo.
Se necesitan informes que aporten una percepción más precisa del alcance de la apatridia en todo el mundo
A finales de 2022, como aparece en el informe, la mayor cantidad de personas apátridas seguían encontrándose en Bangladesh (952.300), seguido de Costa de Marfil (931.100), Myanmar (630.000) y Tailandia (574.200). El 30% de las personas apátridas también se encuentran en situación de desplazadas, la mayoría pertenecen a la etnia rohingya de Myanmar.
La situación de las personas apátridas es consecuencia, en muchos casos, de leyes, políticas y prácticas discriminatorias que deniegan la nacionalidad a ciertos grupos humanos. Para enfrentarla y ofrecer soluciones, resulta fundamental promover el reconocimiento de los derechos humanos de tales personas y su inclusión social.
Quedarían incompletas esas pinceladas referidas al último informe de ACNUR sin aludir a la situación que desde hace meses está sacudiendo Sudán. En tan solo tres meses, 3 millones de personas se han visto obligadas a huir de su casa buscando seguridad lejos de los combates. Sudán acogía, además, a un millón de desplazados de los países vecinos. Ahora, la inseguridad, unida a la sequía, dispara los precios de los alimentos y provoca una crisis general de abastecimientos. Acnur ha lanzado una campaña para paliar esta última crisis:
https://eacnur.org/es/actualidad/noticias/emergencias/sudan-el-pais-olvidado-que-sigue-en-guerra